Elegida por la venganza (#8 Hijos de la Mafia)

29

Kira:

Dolor...

Todo mi cuerpo duele.

Y mi corazón también.

Pero de alguna forma esto me ha servido para dejar de ser una crédula con el.

Dimitri jamás me amo, cada palabra, cada cosa que me ha dicho no ha sido más que una mentira.

Ahora no me queda duda de eso.

Nunca conocí a Dimitri.

—No te muevas.—Me pide mientras intenta limpiar el rastro de sangre en mi labio.

Retrocedo, porque prefiero mantener la sangre en mi boca, que sentir sus manos intentando curarme, cuando hace unos minutos esas manos no dejaban de lastimarme.

—No me toques.

Sus ojos me observan serio, no insiste, coge el botiquín y lo cierra, Dimitri se levanta de la cama.

—Dentro de poco veras a tu padre.—Me hace saber.—No se te ocurra hacer nada estúpido, Kira.

(***)

Me trasladan en un vehículo, cubriéndome los ojos y no me quitan la venda hasta que llegamos a una zona que resulta ser un almacén.

Me dejan sentada sobre el suelo esperando y observo como Dimitri se acerca a su hermano.

—Dame el arma.

Gregori tiene una expresión seria en el rostro.

—¿Después de lo que le hice desconfías de mí, hermano?

Gregori sonríe.—Solo fue un puto golpe, alardeas como si le hubieras dado más de uno.

—¿Con uno no te demostré que esa mujer no me importa nada? Querías pruebas, te las di, ahora dame mi puta arma.

Gregori se queda en silencio, observa mi rostro y sonríe.

—De acuerdo.

Saca el arma de su cinturón y se lo entrega, va a decirle algo cuando un vehículo se acerca y ambos se ponen en posición.

Es...

—¡Papá!

Sacan a papá del coche entre golpes y empujones, tengo el corazón en la garganta y mi llanto empieza.

—¡Ya basta, no lo golpees!.—Le grito a Gregori, quien solo me da una mirada.

—¡Levántate, maldito asesino!

Lo obliga a pararse y hay cierto alivio en su rostro cuando ve que estoy viva, sin embargo enseguida exige que me dejen ir.

—He venido solo, hijo de puta, ahora suelta a mi hija.