18.

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Kio se había levantado muy temprano para ir a correr, él me había invitado a ir, yo había dicho que sí muy emocionada. Me quedé dormida.

—diablos— susurré al ver la hora, me levanté, pero al ver la mesa de noche, me percaté que había una nota.

"Hey, mer, no quise despertarte, te veías muy tierna, así que te tomé una foto, te veo a las 9 ;)"

Genial, 1 hora sin Kio, fascinante. Me levanté de la cama e hice mí rutina de mañana, después bajé, la madre de Kio había ido a atender su restaurante así que estoy sola. Me dispuse a hacer el desayuno, tampoco era una vaga en la casa de mí no-novio.

—ya está, me retiro de la cocina— bufé, había hecho todo un desastre, bueno, al menos me salieron bonitos.

—pues, de hambre no te mueres— dijo alguien entrando por la puerta de la cocina, solté un gritito, me había asustado.

—¡idiota! Casi me das un infarto.

—oye, no es manera de tratar a tu novio— reí.

—tú no eres mí novio— Kio murmuró algo que no escuché y rio. —anda a bañarte, apestas.

—no apesto, huele— se acercó a mi, alzando su cuello.

—no, no, aléjate— él comenzó a reír y huyó de la cocina corriendo. Amaba su actitud.

Después de que Kio se bañara y cambiara, serví el desayuno.

—mer, ¿te han dicho que eres muy distraída?

—muchas veces, ¿por?— él sonrió y en sus manos traía un bra, mío.

—¡oye! ¡dame eso!— me acerqué para quitárselo pero él fue más rápido, en un ágil movimiento, Kio se hizo hacia atrás y yo tropecé, no, no caí encima de Kio como suele pasar en las películas de amor, enterré la cara en el suelo; creo que me quebré la nariz, dolía horrible.

—¡mer! Mierda, mierda, ¿estás bien?— negué aún con la cara en el suelo. —ay no, mer, ven.

—creo que me quebraste la nariz.

—no digas eso— me levantó del suelo y su cara me hizo sentir miedo.

—¡¿qué?! ¿Tengo la nariz quebrada? ¿Se me salió un ojo?

—mierda mer, tengo que llevarte al hospital— lucía muy preocupado y eso lo hacía ver tierno. —tu nariz sangra— en cuanto dijo eso, comencé a llorar. —ay no, no llores, no llores mer, te llevaré al hospital— susurró, se acercó a mi y dejó un beso en mí frente.

Me llevó cargada hasta el auto y después condujo hasta el hospital, estaba muy nervioso y yo no paraba de llorar, la nariz me dolía más que antes.

—mer por favor, discúlpame, todo esto es mí culpa, Dios mío, eliminame.

—no es tu culpa, solo fue un accidente— contesté algo inaudible, tenía mí mano en mí nariz, tratando de presionarla y frenar la sangre. —deja de decir que fue tu culpa o te rompo la nariz— él rio y me miró, su cara preocupada lo hacía ver aún más guapo de lo que es.

—no quiero que te pase nada, te quiero mer— murmuró lo último, lo suficientemente fuerte como para que lo escuchara, no pude evitar emocionarme y sonreí.

—también te quiero Kio.

𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐋𝐈𝐄𝐒 • Kio CyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora