23.

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El auto iba en completo silencio, Kio no apartó la mirada del camino ni un segundo y eso me hacía sentir incómoda.

—¿dije algo que afectara nuestra amistad?— solté cuando paró en un semáforo, él me miró unos segundos y volvió su mirada al frente.

—no— sonrío. —no dijiste nada en realidad— arrancó y no dijimos ni una palabra hasta llegar a su casa.

La madre de Kio no se apartó de mi ni un segundo cuándo llegué, era muy atenta y tierna, no me dejó hacer nada, así que, para no ser un estorbo me fui a la habitación que comparto con Kio.

—hey— saludé. —¿puedo acostarme?

—¿desde cuándo me pides permiso para hacer eso?— rio.

—Kio, cualquier cosa que yo haya dicho, debes decírmelo, tal vez fue muy vergonzoso, no quiero que nada entre tú y yo cambie, toda está bien, ¿verdad?

—más que bien mer, te lo prometo.

—te lo dije, ¿no es así?— él me miró un poco confundido—, te dije que... que me gustas— Kio asintió sin mirarme —¡ay no! Ese no era el plan, no tenía que decírtelo, tenía que ser un secreto, todo porque estaba sedada, no debiste entrar a la habitación— comencé a caminar de un lado a otro. —perdóname, no quería incomodarte de ninguna manera, no tienes que correponderme, yo sé que no sentimos lo mismo, en realidad no sé porque me hago ilusiones— murmuré rodando los ojos. —si quieres mañana me voy, tal vez mí presencia ahora mismo te incómoda y...

—deja ya de hablar, Pena— interrumpió poniéndose de pie y parándose frente a mi. —me mareaste con tantas palabras.

—perdón— susurré, se acercó más a mi, su cercanía me estaba poniendo nerviosa. —Kio...

—te dormiste antes de darte una respuesta, no me permitiste decirte lo que yo siento— se separó de mi y me guió hacia la cama para sentarnos. —¿puedo decirte lo que siento?— asentí. —Meredith, tú y yo sabíamos que esto pasaría, es tan cliché y tan real, que un contrato de noviazgo termine así, uno de los dos se tenía que enamorar...— auch, ¿me está rechazando sutilmente? —yo no contaba con que ambos terminaramos... enamorados— me miró, ¿los dos? Abrí los ojos de par en par y lo miré.

—¿ambos?— asintió y sonrió. —¡no me rechazaste!— reí felizmente, y me lancé a abrazarlo, comencé a dejar varios besos en su cara, hasta llegar a sus labios, me separé de él viéndolo, pidiéndole permiso con los ojos.

—¿qué esperas para besarme, Meredith?— suspiré aliviada, y me acerqué de nuevo a sus labios, ahora sí, dejando en ellos un largo y tierno beso que fue correspondido al instante.

Estaba segura de con él las cosas marcharían diferente, gracias Mercedes, porque firmé el contrato con Kio y no con Chase.

𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐋𝐈𝐄𝐒 • Kio CyrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora