Capítulo 14: El que ríe último, ríe mejor (Parte I)

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Comisaría Central – 2º piso – Pasillo – día

Ana Salazar corría desesperada por el pasillo de la Comisaría. Giraba con gran habilidad cada una de las vueltas que da el extraño laberinto, mirando constantemente hacia su espalda: se sentía perseguida. Al dar vuelta en una de las esquinas, se encuentra con una bifurcación, donde se detiene. Miró hacia ambos lados sin saber dónde ir, ambos pasillos parecían iguales: oscuros y tétricos, con paredes de roca cubierta de moho, ambas iluminadas por una antorcha. Por el pasillo de la derecha comenzó a acercarse lentamente una silueta femenina, la cual sostenía una llamarada que se hacía cada vez más intensa a medida que se dejaba ver. Era Victoria, la cual lucía diferente a la de antes, ya no era fuerte ni hábil, sino que sostenía con dificultad la antorcha.

–Contigo ni cagando me voy –exclamó Ana, dando la vuelta por el pasillo de la izquierda.

–Ana por favor –dijo Victoria con dificultad –¡No era yo!

Demasiado tarde, Ana ya corría, respirando agitada al mismo tiempo, perdiéndose en el laberinto que era el pasillo de la derecha. Victoria prosiguió su paso, un trote lento y demacrado, cojeando y casi cayendo en varias oportunidades. Ana siguió corriendo hasta encontrarse de frente con una gran escalera que terminaba en una puerta la cual se abrió. Josefa, quien vestía una capa blanca, muy sonriente disparó una pequeña aguja que dio certeramente en el hombro de Ana, la cual cayó rendida al suelo.

–Bienvenida Ana –exclamó Josefa.

Algo más atrás, Victoria caminaba lenta y torpe.


Comisaría central – 3º piso – Laboratorio – día

Josefa tomó a Ana por la espalda, de los hombros y la subió por las escaleras. Luego la arrastró de los pies hasta dejarla encerrada en una celda, al centro del reluciente laboratorio, una antítesis a lo demacrado que eran los pasillos del segundo piso. Victoria a su vez, entró a duras penas hasta ponerse en la puerta. Josefa le sonrió, mientras que la Dra. Lisazo se acercaba por un lado y, luego de forcejear, la trajo a la rastra hacia una jaula de vidrio que había al centro. Victoria puso sus manos sobre los grandes paneles transparentes y miró espantada a la doctora Roser, la cual en un computador presionaba algunos botones. Luego, Josefa se puso a un lado de la jaula donde estaba encerrada Ana.

–¡Hey, despierta! –gritó Josefa, golpeando con un metal los fierros de la celda–. Anita, empezó la función. Vamos, no te hagas la dormida, si era un paralizante de tiempo corto.

–Perra de mierda –exclamó del suelo Salazar, intentando ponerse en pie.

–Veo que estás viva –ironizó Josefa–. ¿Roser estás lista?

–Segunda fase del experimento Victoria Rojas está en marcha –respondió mecánicamente Roser–. Activando el sistema de pistón.

–¿Qué mierda van a hacer? –preguntó Ana, mirando sorprendida a Victoria.

Del techo bajó una placa metálica rodeada de goma muy lentamente, la cual hizo contacto con las paredes de vidrio, encajando perfectamente en el rectángulo.

–¿Conoces los pistones? –preguntó Josefa, Ana miraba desconcertada–. Mira, te              explico…es como una jeringa a la cual le tapas el hoyito por donde sale el líquido. ¿Qué pasa si presionas?

–Se comprime el aire… –respondió helada Ana.

–Digámoslo técnicamente, aumenta la presión interior –completó la oración Josefa, con una gran sonrisa–. Llegó la hora de ver que tanta presión aguanta nuestra amiga Victoria.

–Vamos en dos atmósferas –dijo Roser al micrófono.

Victoria miró hacia el techo y vio como lentamente iba bajando la placa metálica, hizo una señal de negación con su rostro y comenzó a golpear con fuerza el grueso vidrio de la cápsula donde estaba encerrada. Movía la boca desesperada, casi llorando, pero no se podía escuchar desde el exterior.

(Terror, Suspenso) Llave al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora