Dormitorio de la casa piloto – Día
Estela estaba completamente dormida en su cama, con el pijama puesto y el sol que pegaba fuertemente en todo su rostro. A un lado, Álvaro la zamarreaba para que saliera del profundo sueño que la sumía.
–¡Despierta Estela, ya es hora! –decía Álvaro, moviéndola.
–Ay, ¿qué pasó? –dijo Estela, abriendo los ojos y sobándose la cabeza.
–¿Dónde estuviste anoche? –habló Álvaro, preocupado–. Estuve en pie hasta bastante tarde y nunca volviste de tu ronda nocturna.
–Me quedé dormida en una banca –respondió Estela–. No fue nada, no fue nada.
–¡Temía que te hubiera pasado algo raro! –exclamó Álvaro–. ¿Estás segura?
–¡Y dale con lo mismo! –se molestó Estela–. Tienes una imaginación demasiado grande como para dedicarte a los negocios, se necesita mente fría, chiquillo.
Desde el exterior sonó una bocina, la que anunciaba la llegada de una nueva familia.
–¡Ya vístete luego mejor será, que hay que recibir a tu hermano! –ordenó Álvaro–. Iré a buscar las llaves a mi dormitorio, yo las tengo.
–Está bien –respondió Estela, sobándose todavía la parte trasera de su cabeza.
Avenida Colonial – Día
Un auto gris estaba estacionado fuera de la casa piloto junto a un camión de mudanza que esperaba. En el lugar, el cuidador Ignacio Acosta esperaba a Estela, conversando con Mauricio Vergara, el hermano de la arquitecta. La puerta de la casa piloto se abrió, y del lugar Álvaro acompañado de Estela salieron a recibir a los recién llegados.
–Llegó gente nueva, señora Estela –dijo Ignacio.
–Señorita –corrigió Estela.
–¡Hermana! –dijo Mauricio, abriendo sus manos para abrazarla.
–Para la otra llama cuando vengas, hermanito –saludó prepotentemente Estela, ignorando el abrazo de su hermano.
–Tía Estela –gritó desde el interior del vehículo Trinidad, hija del hombre.
–¡Trini! –exclamó Estela, cambiando radicalmente su tono de voz, pasando de la prepotencia a la amabilidad.
–Si no te llamé, era porque te quería dar esta sorpresa –dijo Mauricio–. Tú sabes que quería apoyarte en este momento, hermanita.
–Y también meterte y entrometerte una vez más en mis proyectos –ironizó Estela, pidiendo las llaves a Álvaro–. Acá están las llaves de tu casa, la tuya es la veinticinco. Y espero no tener que verte tu cara todos los días ¿Ya?.
En el auto esperaba impacientemente Nancy Hidalgo, la esposa de Mauricio, y su hijo Bruno.
–Papá, apúrate por favor que tengo que llegar a armar mi computador –pedía Bruno, abriendo la ventana del auto.
–Ya voy, ya voy –dijo Mauricio, tomando las llaves–. Espero que las cosas entre nosotros se arreglen, Estela.
–Ya tienes la casa que tanto deseabas, ahora desaparece de mi vista mejor será, tengo trabajo que hacer –concluyó ella–. ¡Adiós!
–Tan desagradable que es esa mujer –murmuró Nancy, bajándose del vehículo.
–¡Te escuché! –gritó furiosa Estela.
–Ya cálmate Estela, por favor – dijo Álvaro, tomando por el brazo a esta y llevándosela para la casa–. Mejor entremos.
–Este imbécil me saca de mis casillas –dijo Estela–. Última vez que cedo, no sé en qué pensaba cuando decidí pasarle las llaves.
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(Terror, Suspenso) Llave al Infierno
Mystery / ThrillerPasados seis meses de un inexplicable ataque que mató a una docena de trabajadores, el condominio "Llave al Paraíso" abre sus puertas. Prontamente las familias que llegan avivir allí son víctimas de extraños y sanguinarios ataques. Una comunidad en...