Capítulo 8: Información desconocida

138 8 2
                                    

Avenida Colonial – Noche

Iván y Álvaro salieron de la casa piloto desesperados corriendo. Por el fondo Olga se perdía, aunque a ellos eso no les preocupó. Corrieron juntos sin rumbo durante algunos segundos y luego se juntaron delante de la casa del desaparecido hermano de Estela.

–¿Dónde mierda buscar? –preguntó nervioso Iván– ¡Tengo que salvar a Liz!

–No lo sé –respondió Álvaro–. Tú anda al final del condominio, siempre han pasado las cosas extrañas en ese lugar, yo busco por todo el resto, ¿ok?

Iván partió corriendo hacia el fondo del condominio, mientras que Álvaro hacia la zona de la plaza. Iván siguió velozmente llegando al final de la calle en algunos pocos segundos, miró atentamente de un lado a otro, sacó de su bolsillo su teléfono celular y encendió una diminuta linterna que tenía. Se acercó hacia la rejilla que separaba el condominio del tétrico bosque de “Ciudad roja” y miró hacia el interior.

–¡Liz! –gritó.

Se acercó hacia una de las bancas, y sobre ella había un sobre. Lo abrió cuidadosamente y sacó un papel.

“Entre dos vidas desarmadas, una oscura separación se esconde”

–Por la misma mierda –exclamó Iván–. Un acertijo… ¡Álvaro!

Álvaro había comenzado su búsqueda mirando alrededor del condominio, al escuchar el grito, corrió rápidamente a juntarse con Iván. En un instante los dos hombres estuvieron juntos, uno con un papel en mano y otro con una gran cara de duda y asombro.

–¿Qué es eso? –preguntó Álvaro.

–Entre dos vidas desarmadas, un oscuro secreto se esconde –leyó Iván–. Un acertijo.

–Por suerte siempre he sido bueno para estas cosas –afirmó Álvaro, pensativo.

–Yo no –dijo Iván, algo nervioso–. ¿Vidas desarmadas?

–¿Quiénes han perdido familiares acá dentro? –preguntó Álvaro.

–Susana Abarca, Estela, Victoria… –comenzó a enumerar Iván.

–Separación –dijo como si adivinara algo, Álvaro–. ¿Tú y Liz se separaron?

–Sí, ¡y tenemos vidas desarmadas! –afirmó Iván.

Ambos hombres corrieron por la calle en búsqueda de alguna otra pista. Llegaron a la casa de Iván y Liz, pero no encontraron nada. Hacia un lado estaba la casa de Estela, y hacia el otro la de Susana Abarca. Álvaro corrió hacia la casa piloto.

–¡Susana! –gritó. La modelo no tardó en salir–. ¿Tú y Miguel estaban separados antes de que él muriera?

Susana miró extrañada la pregunta.

–¡Responde! –ordenó unas cuantas casas más allá Iván.

–Sí.

Iván se alejó de las casas, se puso al centro de las calles y miró lo que había entre los hogares suyos y de Abarca.

–Una oscura…. –murmuró.

Puso atención en que uno de los postes de la luz estaba apagado, y una de las casas lucía mucho más sombría que las otras.

–¡Allá es! –dijo Álvaro, corriendo hacia la casa oscura.

Iván saltó la reja y con una gran piedra rompió el gran vidrio que había delante. Tiró de la cortina que hacía que no se pudiera ver nada hacia el interior, y el espectáculo era macabro. Una cámara puesta en un trípode filmaba a Liz, que yacía en el suelo inerte. Las paredes estaban roñosas y viejas, bastante oxidadas y cubiertas de algunas maderas llenas de hongos. Al fondo, un extraño símbolo rojo se apoderaba de la pared principal. Iván sacó a Liz del lugar, y la puso en la mitad de la calle. Álvaro le tomó el pulso en una de las manos.

(Terror, Suspenso) Llave al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora