Capítulo 10: Pacto de sangre

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Oficina de prensa – día

La entrada a la oficina de Alejandro estaba completamente sellada. En la puerta dos policías vigilaban, otros tanto a su vez rondaban el lugar. En uno de los escritorios, Irene terminaba de declarar a un investigador lo que había sucedido. A un lado, Alejandro la tomaba de la mano. Por la puerta entró Ana, quien con la credencial en mano la mostró a quienes resguardaban la entrada y salida de gente del canal.

–Alejandro, gracias por llamarme –dijo Ana–. Si no fuera por ti jamás me hubiera          enterado de esto.

Irene a un lado lloraba desconsolada, aferrada al hombro de Alejandro.

–Esto ya me superó Ana –dijo Alejandro, en tono serio– Nos van a terminar matando a todos.

–La próxima soy yo –murmuró Irene.

–En uno de los papeles decía que tu no eras la traidora, supongo que te dejarán en paz ahora –abrazó Alejandro a Irene muy tiernamente.

–Te has perdido de muchas cosas –dijo, en voz baja, Irene–. Pero no podemos hablar acá.

–¿Estás contándome lo que ha pasado? –preguntó sorprendida Ana.

–Si no unimos fuerzas, van a acabar con cada uno de nosotros –dijo Alejandro–. Es hora de comenzar a trabajar por nuestro bien, lo decidimos hace un minuto atrás, te ayudaremos.

–Gracias, muchas gracias –dijo Ana.

Por la puerta del fondo entró Angelina, quien mostró una credencial policial para poder entrar en el lugar. Ana se levantó en un santiamén de donde estaba sentada y se puso frente a la abogada.

–Tú y yo tenemos que hablar –ordenó Ana.

–¿Sobre qué me podrías decir? –preguntó Angelina.

–Sobre tu familia.

La conversación fue interrumpida por una fuerte explosión al interior de la oficina de Alejandro, mezclada con algunos gritos de dolor que provenían del interior. Todos los que estaban fuera se agacharon, volaron por los aires variadas cosas pero nadie resultó herido allí.

–¡Qué mierda fue eso! –exclamó Ana, haciéndose paso entre los policías que cubrían el lugar.

–¡Hay heridos, traigan camillas! –gritaba desde la puerta uno de ellos.

Irene, quien aún tenía el audífono de retorno en su oído, quedó helada mirando a Alejandro.

–Sólo ustedes están autorizados para trabajar, el resto, policía, militares y gobierno, los quiero a todos fuera, o si no te vamos a matar dolorosamente –dijo la voz al oído de Irene–. El condominio espera por ustedes.

–El condominio espera por nosotros –dijo nerviosa Irene.

Alejandro la miró extrañado, Ana se percató del retorno, se lo quitó, pero no escuchó nada.

–Vamos –dijo Ana–. Tenemos mucho que hacer, pero antes, tengo algo que hablar con Angelina Torres… veamos si le trae recuerdos el nombre de María José Basoalto, John Cisternas Torres y Cristina… ¿Torres?

Angelina miró con desprecio a la periodista, quien le sonreía sarcásticamente.

–Está bien –respondió.


Casa de Iván y Liz – día

Susana se levantó velozmente y abrazó a Liz , quien tiritaba. Se agachó y recogió la cinta, al leer el mensaje miró con un rostro de indignación a Iván.

(Terror, Suspenso) Llave al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora