—Perdóname. —Su voz no era más que un susurro quebrado por las lágrimas.
—¿Qué?
—¡Perdóname, Erick! Yo merezco estar aquí, pero tú no. Durante toda mi maldita vida, todo lo bueno que tuve fue gracias a ti y cuando me pediste algo, lo único que realmente importaba, yo no fui capaz de pensar en ti. Seguí siendo un estúpido egoísta. Está bien que mi cuerpo sea despedazado, no por una, sino por mil bestias hambrientas y furiosas, pero no tú. Jamás permitiré que nada, ni nadie te vuelva a hacer daño, mucho menos yo mismo.
El hechicero suavizó el gesto, cuando el enojo se marchó, solo dolor quedó en los ojos verdes. Le dio la espalda antes de hablar.
—No fue tu culpa, yo no debí ponerte a elegir entre mi amor y tu pueblo. Tú actuaste como un verdadero guerrero, como un héroe. Fui yo el que se degradó al traicionar a mi gente pensando solo en mi propio beneficio, he sido yo el egoísta al quererte solo para mí, no tú. Ahora ya no importa.
—¡Todavía podemos ser felices!
Erick rio con amargura.
—¿En el Geirsgarg? ¡Siempre optimista, Aradihel! ¿Crees que los dioses dejaran ser felices a un par de traidores? ¿Piensas que Saagah, el poderoso, nos perdonará después de haber traicionado a nuestros ejércitos?
—No me importa si debo sufrir aquí por toda la eternidad, siempre y cuando tú estés a mi lado. No me importa el tormento ni el dolor porque tu presencia lo endulzará. Si puedo finalmente protegerte, valdrá la pena todo el castigo.
Erick esbozó una pequeña sonrisa y para Aradihel fue como si el bálsamo más suave se posara en las heridas de su corazón.
El alferi se le acercó temeroso de que lo rechazara, pero al ver los ojos verdes tan pacíficos se llenó de valor y acercó la boca a los labios que tanto anhelaba. Todo el hidromiel del Geirsholm no podía ser mejor que el néctar de esos delgados labios. Mientras Erick estuviera con él, no importa donde, ese sería su paraíso.
«¿Qué es eso? —preguntó Angus, horrorizada—. ¿Lava ardiente?»
«¡Sí! ¡Quiero que ese par de traidores se quemen una y otra vez por toda la eternidad a ver si les parece tan maravilloso su amor!»
«¿Qué? ¡No! Saagah, os he ganado, debéis respetar el acuerdo que teníamos. Sus almas me pertenecen para enviarlas a donde yo disponga.»
«¡Pues no os lo permitiré!» —El furibundo dios movió su mano y una avalancha roja comenzó a descender de una de las colinas del Geirsgarg.
Angus la que no discrimina, suspiró fastidiada de la actitud tan infantil de su hermano.
«Vos no sois el dios de los muertos, no podéis hacer lo que queráis con ellos.»
«Vos tampoco lo sois, así que tampoco tenéis derecho sobre ellos.»
La lava se desplazó un poco más.
«Llamaré a Morkes entonces y que él resuelva esto.»
«¡¿Enloquecisteis, hermana?! —El rostro de Saagah se contorsionó aterrado—. Sí Morkes se entera de que hemos estado jugando con algunas de sus almas, nos convertirá en dioses fantasmas. ¿Acaso queréis ser un Draurg?»
«Morkes me tiene simpatía, estoy segura de que no hará eso conmigo, en cambio, con vos... No lo sé.»
«De acuerdo, haced como queráis, pero nunca más vuelvo a apostar con vos, sois una tramposa, os valéis de sentimentalismo y situaciones comprometedoras para obtener lo que queréis.»
«¿Y qué esperabais? Después de todo soy la diosa del amor.»
«¡Deberíais ser la diosa del engaño mejor!»
Angus rio a carcajadas.
*** Hola ¿Cómo están?, que les pareció esta pequeña historia?
Les comento que este cuento forma parte de una serie de relatos ambientados en este mundo de fantasía llamado Continente de Olhoinnalia sobre el que estoy escribiendo. Por si están interesados en mi perfil hay otros de este estilo. "Relatos de Olhoinnalia" se compone de varios de estos cuentos y está en proceso una novela larga donde podrán conocer al detalle este mundo y el porqué de la enemistad entre alferis y los humanos de Augsvert.
Me despido y nuevamente
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Despues de nuestra muerte. Relatos de Olhoinnalia
FantasyAradihel, comandante del ejército de los alferis, despierta en una tierra inhóspita. Lo último que recuerda es que murió en batalla, y siendo él un honorable guerrero debería estar en el Geirsholm, lugar de descanso a donde van los héroes al morir...