El dios Morkes, el oscuro nigromante, señor del Geirsgarg y artesano de la magia negra, se encontraba tocando la lira en el salón de su palacio construido entre las raíces del Björkan, que descendían hasta el Geirsgarg, cuando sintió algo extraño. Cerró sus ojos de fuego y vio cómo dos pequeñas motas luminosas correspondientes a dos almas ascendían a través del árbol de la vida hasta el exterior.
«¡De nuevo jugando con mis almas!», pensó el dios con fastidio, refiriéndose a los dos hermanos «¡Tendré que darles una lección a esos dos! Pero por ahora no me apetece ir al exterior, mucho menos a reclamar un par de almas insignificantes».
Así que el dios de oscura cabellera cerró los ojos y continuó tocando la lira.
En una colina cubierta por grama verde y rodeada de melocotones en flor, la luna se enseñoreaba del cielo. Los rayos plateados le daban un fulgor fantasmal a las flores rosa pálido que caían sacudidas por el viento. Una voz melódica habló:
—¡Vámonos!
Aradihel se incorporó de golpe y asustó al sorcere que descansaba la cabeza sobre su pecho.
—¡¿Qué has dicho?! —preguntó con los ojos muy abiertos, mirándolo a la cara. Erick tenía los labios encendidos por los besos recientes y en sus ojos una expresión asustada debido a la actitud del alferi.
—Si no nos vamos ahora, no tendremos futuro.
Aradihel parpadeó varias veces y tragó saliva. Miró a su alrededor, estaban en la colina, en su lugar secreto, y la escena era la misma que recordaba, aquella que sucedió antes de la batalla en la que murieron, cuando Erick le pidió que huyeran juntos y él se negó.
—¿Te refies...? —le preguntó temblando—. ¿Te refieres a huir juntos?
Erick lo miró a los ojos y lentamente asintió con la cabeza.
Parecía que todo el horror que vivió en el Geirsgarg no era más que un sueño lejano. Estaba vivo y Erick también. Él recordaba todo lo sucedido, pero al parecer el sorcere, no.
—¿Habrá un ataque cierto? Tu ejército atacará Ausvenia en esta lunación, ¿verdad?
Erick enarcó las cejas y abrió los ojos verdes con sorpresa.
El hechicero asintió confundido. Aradihel rodó y se posicionó sobre él, con desesperada felicidad empezó a besarle el rostro, los ojos, la boca ¿Sería posible que los dioses le hubieran dado una segunda oportunidad para hacer las cosas bien? Esta vez no le fallaría a Erick
El sorcere, sonriendo, preguntó:
—¿Qué te sucede?
—¡Sucede que te amo, que te amo con toda mi alma! ¡Huiremos hoy mismo, al amanecer! —Y asaltó de nuevo el rostro y los labios que amaba desde que era niño.
Si podía enmendar su error, esta vez no se equivocaría. Antes de huir, el alferi dejó una nota en el despacho de su comandante, notificándole del asalto sorpresa que los sorceres de Augsvert planeaban para la próxima lunación. Luego se marchó junto a Erick para comenzar una nueva vida.
*** ¿Qué les pareció esta pequeña historia? Les confieso que esta novela corta es mi favorita de todas cuantas he escrito.
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Despues de nuestra muerte. Relatos de Olhoinnalia
FantasyAradihel, comandante del ejército de los alferis, despierta en una tierra inhóspita. Lo último que recuerda es que murió en batalla, y siendo él un honorable guerrero debería estar en el Geirsholm, lugar de descanso a donde van los héroes al morir...