No soy como tú

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Rusia estaba ebrio, había tenido una pelea con Ucrania y Belorrusia; no quería saber nada de nadie había sus penas en vodka. Todavía podía caminar en linea recta así que si es que tenía suerte, podría llegar a casa en una pieza o sin mentarle la madre a una maceta.

Ya no había taxis pasando por ahí, tuvo que regresar por su cuenta pero en el camino se perdió en un callejón y llego hasta un taller mecanico que parecia estar abandonado. Sin pensarlo entró y vio a una persona de espaldas con una capa, la capucha estaba a punto de caersele y calentaba sus manos con el fuego del barril. Trató de acercarse un poco más pero gracias a su ebriedad se tropezo con una caja donde había refacciones oxidadas; volteo a ver a la persona y se alivio al saber que no lo había escuchado.

En un intento de salir de aque establecimiento sin habitar, se golpeo con una de barra de la plataforma que estaba a su derecha.

-Mierda-susurro pero gracias a que su voz era extremadamente grave se escuchó demasiado, maldita sea, nada le salia bien y ahora tendría que enfrentar a un posible cholo.

Avanzo unos cuantos pasos y pudo ver como esa persona apagaba el fuego y se dirigia con cautela hacia una puerta cercana. Ya no quería volver a casa, no con lo que Ucrania le había gritado en la puta cara que le dolía como si lo hubieran apuñalado con una navaja asi que no tuvo más opción que detener a esa persona y rogarle que lo dejara quedarse ahí.

-Espera-dijo acercandose.

La persona misteriosa volteo sin más antes ajustarse la capa, a la hora de voltear, Rusia observo a alguien al quien no pensó volver a ver nunca, a una persona que con un simple grito había llamado su atención y no se la quitaba de la cabeza, a alguien al quien había visto con un gran sonrojo como se quitaba la sudadera y la cocia...a alguien quien había conocido sin querer y había preguntado como maniaco a Venezuela sobre él.

Alguien muy especial.

-Nueva España?-había cambiado mucho desde esa tarde, pero ese rojo en sus ojos jamás lo olvidaría.

-Te conozco?-oh mierda era cierto, Nueva España no lo reconocería, el también había cambiado mucho; bueno en cuestiones faciales.

-Si! Bueno no-el menor de estatura dio unos pasos hacia atrás como reflejo-Yo am...soy Rusia, ¿no me recuerdas?-el latino analizo un poco la situación, si es que Rusia era policía lo hubiera detenido, tenía el apodo del Robin Hood tricolor,y media ciudad estaba repleta de carteles de él como crimial y ofreciendo un premio gordo por su captura; de acuerdo, si no lo reconocio como México quiza no conocía de su existencia hasta hace unos segundos, pero considerando que podía llevarlo a la carcél tení que mantenerse con el nombre de Nueva España.

-Ah, Rusia; muco tiempo sin verte-era raro reencontrarse con aquel chico al que le gritaste y sabías que te iba mentar la madre pero por alguna extraña razón te dejo ir,

-¿Qué haces aquí?-México se congelo, que se supone que le diría.

-N-nada importante-fue lo único que se le ocurrio, no podía confíar mucho en el eslavo-Y tú?-evadir el tema sería la mejor opción para no cagarla.

-Bueno, yo solo quise despejar mi mente-se acomodo la ushanaka y siguio hablando-Tuve una pelea con mis hermanos y no es que tenga muchas ganas de regresar a casa-Rusia tenía esa manía de soltarse hasta con el de las tortillas y por supuesto México no era la excepción, pero por alguna razón el sovietico se sentía mas seguro hablando con ese tricolor que con cualquiera y cuando digo cuaquiera es cualquiera.

-Te quieres quedar?-preguntó México cosa que puso nervioso a Rusia y asintio con la cabeza, el latino solo lo pensó unos momentos, siempre hacía las cosas solo y no se sentía comodo teniendo alguien más junto a él, pero por alguna razón ese sentimiento no vino a él esa vez, chasqueo molesto la lengua y se culpo por tener un corazón blando.

-De acuerdo-volvio a recoger las tablas y las coloco sobre el barril, saco un encededor y un pedazo de periodico, lo incedio y lanzo a la madera antes de que se consumiera por completo-Te advierto, no es un gran lugar para dormir-se sentó en una esquina y atrajo sus delgadas piernas hacia su pecho.

Pronto se durmio y fue observado por el eslavo, quien se enontraba embobado por aquello tierna imagen. Que USA dijera lo que quisiera pero México era realmente hermoso y digno de apreciar, más con esos piercings y demás. 

...

Al día siguiente, México ya no estaba y en su lugar había una nota escrita con una bonita caligrafía. El eslavo tomo el papel y empezo a leerlo en voz alta:

-Tengo algunos asuntos que resolver y no regresare hasta muy tarde, no te recomiendo que te quedes, vuelve a tu casa en cuanto puedas aquí es peligroso-suspiro tristemente, era evidente que México no lo quería en ese lugar y no lo culpaba, debía de estar ocupado y no tenía tiempo para cuidar a alguien que ni conocia bien.

Se levantó de su lugar y salió de ahí, tomo el primer taxi que vio y llego a casa, que pesado sería dar la cara a esos dos engreídos. 

Mientras tanto, el amante del chile corria por su vida, llevaba una bolsa llena de juguetes los cuales habían sido pedidos por los niños y no quería verlos tristes; apesar de las insistencias de las mujeres de que dejara de robar y consiguiera un trabajo honesto para poder ganarse el pan el no cedia. Siendo un criminal sería muy complicado obtener un empleo y un empleo de ganancia minima no le permitiria alimentar a todos en ese barrio, en cambio, robando  podía cubrir las necesidades de todos y eso le hacía feliz.

Se escabullo en un pequeño callejón y espero a que los policías lo pasaran de largo, pasaron unos minutos y ya no escucho pisadas. Salió lo más rápido de ahí.


Tu angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora