Capítulo 11. Oscuridad

905 100 42
                                    



Alastor abrió la puerta del sótano y descendió con aquella complicada sonrisa en sus labios. Estaba molesto y alguien tendría que pagar.

El locutor tenía la certeza de que Charlie no había desaparecido por cuenta propia; no habría dejado el amuleto si pensaba interactuar con alguna otra persona, y mucho menos habría dejado aquel libro si su intención era volver a su hogar.

Evadió la amplia mesa del centro para dirigirse hacia el muro en el que se encontraba el librero, apartándolo con facilidad gracias al mecanismo que le había adaptado, descubriendo así una segunda puerta. Usó la llave y entró; el lugar era una exposición de frascos, yerbas, velas, documentos, entre otros objetos que evidenciaban la mezcla de Voodoo, hoodoo y ocultismo, entre otras prácticas.

Alastor tomó polvo de ladrillo rojo para trazar en el suelo frente al altar el veve de Papa Legba y sobre este comenzó a colocar dulces, los cuales odiaba, pero que tenía consigo para ocasiones como esa, tabaco y cigarros, y procedió a encender las velas, realizar la ofrenda de ron y llamarlo a través de su oración. El guardián de las encrucijadas apareció ante Alastor en su forma de anciano, sujetando su bastón torcido y el locutor hizo una elegante reverencia presentando sus respetos.

–Debes estar desesperado para haberme llamado después de tanto. ¿Qué buscas ahora muchacho?

Alastor se mostró afable y adulador; ni los loas ni el intermediario eran ajenos a las prácticas ajenas a la religión que había estado llevando a cabo y pese a que ello no le había acarreado reproches, tenía que asegurarse de que esta vez no les resultase un inconveniente.

–Necesito de su ayuda para encontrar y traer de vuelta a una dama peculiar. –Papa Legba escuchó con interés, confirmando que la aludida era la nueva manzana de la discordia en ciertos círculos de Nueva Orleans.

–Es probable que tus intereses vayan en contra de otros houngan, bokor e incluso loas. ¿Por qué habría de ayudarte?

Alastor se sabía vender y Papa Legba había apreciado aquello en el locutor desde la primera vez que se encontrasen, por lo que después de escuchar sus argumentos y promesas lo meditó, provocando que la tensión aumentará entre ambos hasta que fue liberada cuando el guardián accedió finalmente.

–Le estoy sumamente agradecido –dijo Alastor haciendo una inclinación de cabeza.

Papa Legba es conocido, además de su labor como intermediario, por su poder de eliminar los obstáculos y ofrecer oportunidades, fue así que tras un instante localizó a Charlie en un edificio, aún en Nueva Orleans.

–La encontrarás en el cementerio de St. Louis al anochecer –comunicó solemne–. Es una opción más viable que su localización actual. Planean ofrecerla en un ritual a la media noche, así que te recomiendo no tardes demasiado en aparecer, ya que si me llamaran antes de tu llegada y me convencieran de permitir el acceso hacia los loas, es casi seguro que no la vuelvas a ver. –Alastor era consciente de ello.

–Muchas gracias nuevamente. –El locutor agregó otras tantas alabanzas y palabras de afecto por el favor recibido.

Al finalizar, Alastor pidió a Papa Legba que cerrara las puertas y al presenciar la marcha del guardián, comenzó a urdir un plan para traer a Charlie de vuelta. Con la información recibida, Alastor ya sabía a qué estaba enfrentándose; ahora le era evidente que algún otro sacerdote la tenía y podía asegurar que aquel no estaría solo.

Volvió a la parte del sótano en la que exhibía sus armas, cerrando y ocultando la puerta tras de sí, y se detuvo frente a su colección. Aunque el locutor consideró el apoyo de su rifle, llevar un arma así por las calles de Nueva Orleans resultaría demasiado llamativo por lo que tomó sus cuchillos para colocarlos en el interior de su morral de piel, junto con otras cosas que había tomado del otro espacio, y subir a la habitación de su invitada con la intención de llevar consigo aquel invaluable libro, puesto que pondría en práctica lo aprendido una vez más.

Hubo una vez en Nueva Orleans (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora