Capítulo 5. Pantano

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Los siguientes días continuó la rutina para ambos; él salía por las mañanas y volvía por las tardes de la estación de radio, mientras que ella se quedaba en casa a leer después de sus paseos en las cercanías del pantano, siempre con el cuidado de no acercarse demasiado a sus aguas. Casi podrían aparentar ser una pareja común de aquel entonces si no fuese por las características del sitio que habitaban y por las de ellos mismos de manera particular.

Alastor le comunicó, el día siguiente del incidente del sótano mientras comían, que en efecto, al bajar se encontró con que un escurridizo animal se había infiltrado por una abertura y había derribado algunas de sus cosas.

–"Tal vez ha sido eso lo que has escuchado my dear, me he encargado de solucionarlo; no obstante, no dudes en comunicarme si se presenta algún otro problema." –La sonrisa que le dirigió en ese momento la turbó, mas prefirió no darle demasiada importancia al asunto.

Cierto fue que a partir de ese día la princesa no volvió a escuchar ruidos allá abajo, incluso había dejado de percibir aquella presión tan abrumadora en el lugar; aunque hubo momentos en que se sintió observada pese a encontrarse sola en la casa, ya podía sentirse más tranquila en el interior.

La mañana del miércoles incluso, se atrevió a encender la radio y escuchar por vez primera el programa de Alastor; aquello le resultó una grata experiencia. Mientras lo escuchaba, casi podía imaginarlo hablando ante el micrófono, sin embargo no se atrevió a decirle nada al respecto, hasta el domingo por la mañana que se sintió lo demasiado cómoda como para hacerlo evidente.

~♤~

–Disculpa, ¿Al? –llamó ella; era el día sábado por la tarde y Charlie aprovechó un silencio momentáneo en el comedor para preguntar–: Puedo saber, ¿a quién debo agradecer por la ropa? –Se veía bastante insegura.

–Pertenecía a mi madre. Pero me temo que no podrás agradecerle por el gesto, dado que ella ya no se encuentra entre nosotros. Espero que eso no te moleste. –Charlie abrió los ojos con sorpresa.

–¡Por supuesto que no! –respondió negando con las manos antes de entristecer su mirada–. Lo lamento mucho. –Alastor río.

–Oh, eres demasiado dulce darling–. La princesa lo miró confundida, no esperaba una reacción así. No se hizo ningún otro comentario al respecto por el resto de la comida.

Más tarde, después de un rato en que estuvieron revisando el libro de Stolas, Alastor pudo leer una página completa por sí solo, la cual explicaba el cómo manipular los recuerdos de los vivos.

–¿Estoy en lo correcto Charlie querida? –preguntó Alastor a una muy impresionada princesa.

–En efecto, lo es. –Tanto el contenido del texto, como la capacidad de comprensión del hombre frente a ella la tenían sorprendida–. Aprendes muy rápido, es asombroso. –Alastor rio de manera estridente.

–Es una característica de los grandes my dear. –Charlie evocó una sonrisa–. Pero tengo que admitir que he tenido una buena instructora. –Nuevamente la princesa lo vio acercarse de manera peligrosa a su rostro, tomándola por sorpresa.

–Sí, bueno... creo que nos debemos un descanso –dijo ella poniéndose de pie bastante nerviosa antes de dirigirse a la cocina y preparar café para ambos. Alastor, divertido y con una ceja alzada, la vio alejarse y después de un instante fue tras de ella, caminando con ambas manos a su espalda.

–Considero que tanto esfuerzo de nuestra parte merece una recompensa –introdujo él–, por lo que el día de mañana podríamos salir y realizar una excursión por el pantano. Sería una manera de conmemorar que se ha cumplido una semana desde nuestro encuentro. –Alastor vio como los ojos de Charlie se ampliaba con desbordante emoción.

Hubo una vez en Nueva Orleans (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora