Capítulo V: Enfermo

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Narrador//

Era mitad de la noche, cuando Albus se despertó por un fuerte dolor en el pecho. Era insoportable e incluso agonizante, Albus quería gritar, pero vio que no tenía aire suficiente como para hacerlo, le costaba horrores respirar. Él, impredecible, hizo lo primero que se le ocurrió, coger lo más cercano que tenía y tirarlo contra la pared intentando hacer el mayor ruido posible. Su plan funcionó y llegaron corriendo sus padres, Albus sentía como todo su tórax le daba sólidas y robustas punzadas. Sus padres rápidamente le dieron algo para el dolor, pero no sirvió para nada. Casi sin poder respirar y con dolores horribles en el pecho, salio inmediatamente hacia San Mungo.

Narra Scorpius:
Aparecí enfrente del hospital mágico junto a mi padre. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaban en San Mungo? En mi mente no paraba de aparecer nuevas preguntas cada vez más preocupantes.

—padre ¿qué...? —empecé a decir pero mi padre me cortó

—toma—dijo entregandome la carta que minutos antes él había leido

Buenas tardes Malfoy.
Supongo que acabas de llegar de Francia con tu hijo, y sé que lo que querréis es descansar, pero creo que su hijo debe saberlo. Mi hijo Albus lleva una semana en San Mungo, me gustaría poder poner que su hijo no tiene porqué preocuparse por su amigo, pero desgraciadamente no es así, no está nada bien.
No sé si debería estar escribiendo esta carta, deben que estar muy preocupados deshaciendo maletas y necesitarán descansar, y tal vez debería haber esperado para informarles, pero espero que entiendan que no sé si tengo tiempo para esperar.

Albus estaba enfermo. Muy enfermo.

Esa era la conclusión que habia sacado, y me aterroriza a la idea. Albus llevaba una semana. UNA SEMANA. Y no le habían dicho aún nada.

—deberías entrar, yo no creo que me quieran allí, así que te espero en la cafetería de allí, al lado de la pastelería—estaba claro que iba a entrar, pero mi padre...

—deberías entrar—dije

—no hijo, es tu mejor amigo, yo espero afuera—insistió y se fue dirigiéndose a la cafetería, y yo me interpuse a entrar. Me dirigí al mostrador principal, no habia nadie allí, solo un par de personas esperando a que alguien salga de alguna revisión.

—¿habitación de Albus Potter?—

—segunda planta: enfermedades mágicas habitación 152—dijo de un tono desagradable la recepcionista leyendo una revista.
Me dirigí rápidamente hasta la habitación, iba preocupado, demasiado preocupado. ¿Enfermedades mágicas? Eso no sonaba nada bien.
Pensé en toda la buena suerte que había tenido ultimamente, siempre la vida equilibraba la balanza, bueno más bien siempre que estaba mi equilibrada la balanza, la vida desigualaba para que la mala suerte siempre sea la más pesada.

Cuando llegué a la segunda planta pude diferenciar una figura en la distancia. Era el gran Harry Potter hablando con un señor mayor con bata blanca, supuse que era un doctor. No se le veía con buen aspecto, tenía ojeras marcadas como si llevara días sin dormir, incluso podría decirse que sus facciones de la cara parecían estar cansadas, estaba claro que necesitaba una siesta urgente. Sin embargo, el señor Potter al verme pareció alegrarse y más que terminó de hablar con él doctor se acercó con una sonrisa entre aquella expresión agotada.

—¿qué tal está Albus?—pregunté inquieto rápidamente antes de que pudiera saludarme.
Antes de que pudiera contestar pude saber perfectamente lo que me contestaría, porque toda su cara cambió de expresión, ahora precia haber envejecido 10 años en tres segundos.

Un Mundo Sin Tu Sonrisa // Scorbus (sin Terminar) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora