Capítulo 15

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— ¿Quién eres tú? —dije una vez que los doctores se fueron—.

— Así que me recuerdas. —sonrió—. Me alegra saber que estás bien y que mi ilusión funcionó.

— ¿Ilusión?

— Si, cuando te trajeron a la habitación entré contigo con el objetivo de detener el sangrado pero sentí que algo estaba mal, entonces decidí ayudarte.

— ¿Como me ayudaste?

— Nos encerré en una habitación mental a oscuras para poder hablar contigo y ayudarte a poder despertar, puesto que algo sucedía contigo pero ningún doctor sabe que es. Pero te lo explicaré luego.

— ¿Quién eres?

— Masaru. —sonrió—.

— Gracias por ayudarme

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— Gracias por ayudarme. —toqué mi abdomen y rápidamente me quité la playera—. ¿Que ocurrió?

— No es bueno quitarse la playera frente a otras personas.

— Lo siento, pero ¿Que ocurrió? —dije al ver que no había ninguna cicatriz ni algún rastro de haber sido cosida—.

— Tú mismo lo hiciste pero no podemos hablar ahora, tengo que irme pero te explicaré todo luego. Descansa. —dijo saliendo de la habitación—.

Suspiré levantándome de la camilla, si, a pesar de que estuve al borde de la muerte ahora me encuentro en perfectas condiciones pero ¿Por qué? ¿Que sucedía mientras estaba con aquel chico en ese lugar?

Tenía que salir de aquí y urgente. Observé cada rincón de la recámara buscando una posible salida pero era todo inútil, había una pequeña ventana pero no llegaba, entré al baño donde no había ninguna salida, volví a salir. Me detuve frente a la ventana mientras analizaba la situación para hacer un camino y salir, pero todo esto se vio interrumpido por la puerta que fue abierta. Me volteé al oír que solo había sido abierta y nada se oía. Allí estaba mi hermano quién rápidamente se acercó a mí y me rodeó con sus brazos para que unos segundos después pudiera sentir sus leves sollozos.

— Shona. —dije suavemente—.

— No vuelvas a hacer algo así ¿De acuerdo?

— Tranquilo, no lo volveré hacer... Pero. —me interrumpió—.

— ¿Estás bien, cierto?

— Si, no tienes de que preocuparte pero. —volvió a interrumpirme—.

— ¿Pero...?

— ¿Podrías dejar de abrazarme? Tus manos están tocando mi espalda y es raro.

— Eres un mal agradecido. —se separó de mí y me observó con sus ojos cristalinos—. Nunca me dejas abrazarte, de niño me dejabas y hasta dormías en mis brazos, y ahora que estoy aquí contigo, después que de pensé de que te perdería, solo me dices "¿Podrías dejar de abrázame?". —lo abracé fuertemente—.

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