Capítulo 22

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— Vaya, vaya. —dijo el chico frente a mi mientras me analizaba con la mirada—. Con que tu y el otro chico son "ellos". —rió—. Es increíble, nunca creí conocerlos en persona, pero mira, aquí estoy. —suspiró—. No haré nada malo, solo los mataré. —dijo para sacar un cuchillo—. Será rápido. —una sonrisa psicópata pareció en sus labios—.

— ¿Crees... Poder cambiarlo? —dijo Masaru—.

— No. —divague con la mirada unos segundos—. Necesito que vayas con Itzuki, y lo traigas, él sabe cómo cambiarlos. Ve rápido, te cubriré mientras lo haces. Ten cuidado, por favor.

— Se que quizás no sea un buen momento, pero me parece tierno que te preocupes por mí.

— Estar con Shona tanto tiempo te está afectando. —dije mirándolo con un sonrisa—. Anda, vete. —solo asintió—.

Espero el momento justo, justo cuando me lancé para atacar. Salió corriendo hacia la salida pero en un cerrar y abrir de ojos aparecieron dos chicos iguales, con la misma marca en una parte diferente del cuerpo y con el mismo traje. No entendía que estaba pasando. Les hice un ademán a los chicos para que fueran con Masaru para abrirle el paso mientras me quedaba con el chico este. Al cabo de unos segundos Masaru ya se encontraba fuera del lugar, y los gemelos distrayendo a los atacantes.

— Hermano. —oí por parte de Shona—. No puedes pelear con el.

— ¿Por qué lo dices?

— Tiene un poder extraño. —se movió levemente para acercarse—. Puede hacer personas de sangre, como almas.

¡Son ellos! ¡Son las personas que están allí dentro! ¡Son sus almas! No puedo hacerles daño, no más del que ya tienen, no puedo atacar.
Movió sus manos aún lado y su mano se iluminó para que acto seguido salieran músculos formando una persona, lo hizo con la otra mano y así hasta formar un ejército pero estaban formadas de sangre. Pero uno de ellos se quedó observándome, llamando la atención de sus compañeros.

— ¡Vamos! ¡Ataquen! —no hubo movimiento alguno de ellos—. ¿Que les pasa? ¡Son unos imbéciles!

El que me había estado observando se acercó hasta mi donde se quedó mirándome fijamente. Sabía quién era, era el que me había atacado estando en esa habitación. Unos segundos de estar frente a mi, sus ojos giraron cambiando de color, haciendo que se conectaran nuestras visiones. Pude ver la persona antes y después de su vida. Pude ver su muerte y como quedó su cuerpo. Lo habían tirado de una montaña donde había cortado su piel y finalmente cayó en un vacío con picos.

No quise seguir viendo nada más, por lo que cerré mis ojos y sentí una mano en mi hombro, abrí los ojos para encontrarme con la persona enfrente mío en el jardín del santuario. Supe lo que quería que hiciera, pero no podía, no sabía como. Quería que lo liberara de su dolor pero solo podía hacer eso con un cuerpo físico, no creo poder hacerlo con un alma pero no pierdo nada intentándolo.
Coloqué una mano en su hombro y cerré mis ojos concentrando la energía solar y la de los presentes.

Omnisciente.

Una luz dorada con pequeños toques de celeste y plateado, comenzó a rodear el lugar, provocando un gran destello de luz, por lo que los presentes tuvieron que tapar sus ojos debido a la intensidad del brillo.
Cuando sus visiones pudieron ajustarse al lugar, solo pudieron ver a un Kenta siendo rodeado por un aura plateada y unos detalles al costado de sus ojos.

— Nish. —dijo Shona acercándose a su hermano—.

El menor abrió sus ojos dejando ver un color dorado remplazando sus iris marrones y pupilas negras. Apretó levemente el hombro de la silueta y una luz amarilla comenzó a recorrer el cuerpo ésta hasta quedar completamente amarilla. La silueta sonrió para alejarse del ojos brillosos y se posó frente a sus compañeros para cerrar sus ojos, y desaparecer frente a sus ojos, convirtiéndose en un destellos de luz que se esparció por el lugar. Se había convertido en una estrella, la cual podría ser invocada.

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