Capítulo 10

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El baño estaba totalmente destruido... Mi culpa no ha sido sepan eso. Luego de estar peleando por un buen rato, se le ocurrió apagar las luces, dejando el lugar totalmente a oscuras, esto se parece a mis entrenamientos. Tomé la tela de color roja que se encontraba atada en la funda de mi espada, y la coloqué en mis ojos atandola.
La espada estaba clavada en el suelo para sostenerme mientras que mi codo se encontraba en el mango y mi mentón en mi mano. Suspiré aburrido.

— Esto debe de ser una broma...

La puerta se abrió dejando ver otro cuerpo, para luego ser cerrada y oírse pasos acercándose. Genial, otro más. No pagare por un desastre que yo NO ocasione.

— Vaya, ¿Así que... Trajiste a otro? —me incorporé—. Déjame decirte que has caído muy bajo. —sonreí con aires de superioridad—.

— Este lugar nos pertenece.

— ¿Hablas del baño? Si es así... Quedatelo. —dije empezando a caminar hacia ellos con una sonrisa burlona—.

— ¡No me refería a eso, idiota!

— No tengo interés alguno de seguir con ustedes. Prepárense.

Luego de unos largos y eternos minutos —que quizás habían sido horas— de lucha logré debilitar a ambos, ninguno podía continuar como antes pero aún así seguían de pie. Logré hacerle un corte profundo a uno de ellos por lo que solo salió corriendo del lugar dejando a su compañero.... Sería un fugitivo al cual debo de encontrar antes de que llegue a su base y de la información de mis avances.

— ¡Espera! ¡No tienes que matarme! —se noto cierto temor en su voz—.

— ¿Quién dijo que no lo haría? —dije para darle una patada. Su cuerpo atravesó la puerta destrozandola por completo—.

Salí de tal lugar mientras tomaba la venda que traía en mis ojos entre mis dedos y lo apuntaba con mi espada. La gente que se encontraba allí nos miraba sorprendidos, algunos con temor, otros con alegría —puesto que era su defensor—. La venda paso de un color rojo a negro. Mis ojos cambiaron por un color azul intenso y lo miré fijamente. Sabía lo que significa.

— No lo hagas. —murmuro—. Perdona mi vida ¡Seré uno de los tuyo!

— Lo siento, pero no puedo confiar en el enemigo... Además trabajo solo en esto.

— ¡No lo hagas!

— Anata wa kono basho kara eien ni tsuihō sa remasu. Subarashī tatakai (eres desterrado de este luchar. Gran lucha). —deslicé mi mano a un lado y una luz rodeó su cuerpo completamente para desaparecer ambos luego de unos segundos—.

— ¡Ese es mi Shima! —se oyó el grito de Karumi—.

— ¡No me digas así! —cerré los ojos por unos segundos y al abrirlos nuevamente eran marrones oscuros—.

— ¡Me gusta como suena!

— Hmp. —me acerqué al dueño del lugar—. Oiga, disculpe las molestias y... —volteé al lugar destrozado mientras una gota corría por mi cien—. Eso... Dígame, ¿Cuanto sería?

— A-ah... Tranquilo, no es necesario.

— Dígame. —dije ya un poco irritado—.

— Serían $10,500.

— De acuerdo, ya regreso.

— ¡¿A dónde crees que vas?!

— ¡No te interesa Shona!

Ignorando los reclamos de Shona, fui tras el que había huido. Me camuflaba entre las pocas sombras evitando ser visto volviéndome una de ellas, a cada paso que daba, cada vez me acercaba más a mi objetivo. Quince minutos después aproximadamente, vi como se acercaba a su base para introducirse en ella pero antes debía de colocar su mano en un lector, lo cuál no dejaría que sucediera. Salí de mi escondite y me acerqué a él a paso lento mientras aplaudía levemente.

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