((HISTORIA EN EDICIÓN))
Parecía ser tan solo otro normal día
de trabajo; las personas discutían, el
café ya estaba frío y empleados como
usted simplemente se dedicaban a lo
suyo, o al menos así era hasta que
repentinamente un apuesto hombre
apar...
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Finalmente, después de revisar toda la recámara y comprobar que no hubiesen más dispositivos de grabación, regresó a la cocina para terminar de escuchar la aburrida perorata de Allen, o al menos así fue hasta que usted comenzó a dormitar provocando que el pianista te devolviera a tu respectiva habitación.
Al día siguiente, amaneciste con la sensación de ser vigilado por lo que terminaste abriendo los ojos topándote con Allen, el cual estaba tranquilamente sentado en el sofá al lado de tu cama; el macho al notar tu estado despierto sonrió con dulzura.
—Buenos días, amor mío– Saludo vigoroso acercándose a tu figura. Usted jadeó sobresaltado cayéndose del lado opuesto de la cama.
—¡¿Qué mierda haces aquí?!– Síseas retrocediendo frustrado por la indiferencia de Darzi ante el asunto. El pianista ignoró tus palabras yendo a auxiliarte. –¿Estás bien? ¿Te duele algo?—
—¡Responde!— Gruñes golpeando sus manos.
Allen suspiró agachándose hasta obtener tu estatura. —Tan solo quería ver despertar a mi cariño– Hizo una pausa volviendo a sonreír. –... La vista era muy adorable— Agregó con una mirada enternecida.
"Asqueroso... "
—Nunca podría perderme un espectáculo tan encantador– Murmuró uniendo ambas frentes.
"Me va a dar diabetes." pensó Reader.
—Como sea, te deberías marchar. Tus mayordomos seguramente necesitan de tu ayuda en la cocina– Dices levantándote del suelo siendo retenido por el afectuoso abrazo del pianista. —¿Pero qué dices, amor? Yo mismo soy el que prepara el desayuno.–Arrullo picoteando tu nariz.
Haces una mueca intentando alejarlo. —¿Desde cuándo?
—Dejame ver... Ah, claro. Desde siempre.– Aseguró descansando su cabeza en tu cuello. –Y ¿por qué? Tienes el dinero suficiente como para tener el escuadrón de limpieza perfecto. – Cuestionaste confundido. —Eso es porque odio que otras personas toquen mis cosas; ¡tienen gérmenes de lugares inimaginables y quien sabe cuando fue la última vez que se dieron una ducha!– Exclamó formando una mueca disgustada.
¡Y es verdad! Desde más joven Allen se había dedicado a cocinar y asear su propia casa ya que nunca tuvo la suficiente confianza como para contratar un servicio extra. La razón principal a esto era que sus padres lo habían educado para vivir independientemente y odiando cualquier tipo de gérmenes o suciedad.
—Pero yo también tengo gérmenes– Respondes mostrando una falsa sonrisa. –Lo sé, pero los tuyos no me molestan en lo absoluto— Aseguró besando tu mejilla con amor.
