Perdonen por el capítulo forzado. Tuve que volver a escribirlo después de notar que la trama era diferente a lo habitual. De nuevo, perdón :'\
-----"Insistente"
—Maldita mancha estúpida... — Gruñes intentando limpiar la barra llena de harina. Al parecer, habían terminado por ensuciar la cocina con más ingredientes de los que colocaron en los panecillos, quizá dejarte medir las cantidades no fue la mejor idea.
—Creo que necesitas ayuda, mi sol– Dijo Allen retirando el resto de harina con gran facilidad. Conteniendo tu vergüenza desvías la mirada hacia el horno notando como el pan comenzaba a inflarse. —Bien hecho. – Contestas en voz baja.
El pianista sonrió avergonzado por tu reciente alago.
—Ahm, bueno, no fue difícil; simplemente tenía que pasar un papel seco por la barra, pues un paño húmedo sólo dejaría sucio y pegajoso. — Explicó dándote un guiño juguetón. Usted resopló cruzándose de brazos ganándose un puchero del mayor. —Al parecer a mi cariño no le gusta perder—
"¡Cierra la boca, Allen!" piensa Reader frunciendo más el ceño.
—Esta bien, a mi tampoco me agrada perder, y mucho menos si se trata de algo que realmente aprecio.– Argumentó besando tu frente. Haces una mueca alejándote del pianista. —¿Algo cómo qué?– Interrogas en un vago intento de distraerlo.
El macho fingió pensar unos segundos antes de sonreír inocentemente y sujetar tu cuerpo para un asfixiante abrazo de oso. No fue difícil escuchar su latido, pues era igual de intenso como el de una colegiala enamorada.
—¡Como tú, tonto!— Exclamó riendo. "Vaya, ¿cómo no lo vino venir?" pensó Reader con sarcasmo. —Me alegra poder tenerte en mis brazos después de... —Se detuvo a sí mismo reduciendo su sonrisa en una línea recta. –Después de ya haberte perdido una vez.– Murmuró sujetando tu torso con mayor fuerza.
"¿Ahora que le pasa?" Se cuestionó deteniendo su respiración.
Levantas tu cabeza encontrándote con su mirada perdida en algún punto de la cocina, como si estuviera reviviendo un amargo recuerdo; desde tu punto de vista, Darzi se veía aterrador.
—Allen, me estas lastimando... – Dices sintiendo su agarre tornarse más asfixiante. Milagrosamente tu voz fue suficiente como para sacar al pianista de sus pensamientos, permitiéndote respirar de nuevo.
—Perdón, cielo. Por un momento recordé algo horrible– Comentó el atractivo hombre, acariciando tu cabello con una mano temblorosa. —Menos mal estas aquí para hacerme olvidar todos mis males... – Sonrió de nuevo llenando tu rostro con besos húmedos. Dejó escapar pequeñas risas al ver tu rostro ruborizarse. —Te amo tanto, que mataría por ti.— Declaró dejando ver sus ojos bañados en tanta adoración que repugnaba.
Usted sonrío incómodo devolviendo con dificultad el abrazo, dándole un par de palmaditas en la espalda intentando darle a entender que deseaba terminar la muestra de afecto. Para tu mala suerte, Allen entendió tu mensaje como una "tímida" señal de apoyo, y no era de extrañar, pues nunca antes había sido rechazado, más bien ocurría al contrario.
Menos mal, el pitido del cronómetro sonó en la habitación anunciando que sus pastelillos estaban listos. Esta vez suspiraste de alivio.
—Bueno, parece que nuestra espera ha terminado.— Dijo el azabache sacando la bandeja con un peculiar guante de figura de pollo. El aroma a vainilla invadió tus fosas haciendo tu estómago gruñir. —¡Huelen muy bien!– Exclamas acercando tu mano para tomar un pan, cuando Allen golpeó tu mano.
—¡Hey!
—Perdón, cielo, pero no puedo permitir que quemes tus delicadas manos. Me dolería demasiado– Se negó a la par que colocaba los pastelillos dentro de la nevera. —Lo mejor será esperar a que estén fríos. No querrías que la decoración se derrita ¿cierto?—
—Supongo que no.– Respondes distante jugando con el glaseado. —Solo dale tiempo, cariño– contestó el macho con voz sedosa acariciando tu cabeza.
—¿Al menos podrías devolverme mi teléfono?
El pianista detuvo su acción mirándote con el entrecejo fruncido.
—Me parece una total falta de respeto querer arruinar nuestro agradable momento por un estúpido celular, Reader—.—Bueno, tu prometiste devolverlo después de terminar– Respondes titubeante observando su rostro oscurecerse.
Como si hubieras tocado un nervio, Allen tomó tu muñeca con brusquedad sacándote de la cocina para desplazarte a las escaleras. El miedo te invadió cuando te forzó a cruzar por el pasillo izquierdo con una tarjeta en mano.
—... ¿A dónde vamos?— cuestionaste buscando en su rostro alguna pista. El pianista cerro sus ojos pensativo. —¿Qué no es obvio? Vamos a tu habitación, cariño mío– Explicó abriendo la puerta.
"¿Habitación? Espera, nadie me explicó esto"
—Creí que solo estaría aquí para tratar mi herida... – Dices dándole una intensa mirada al azabache.
Tu opuesto abrió los ojos con sorpresa, para después comenzar a a reir llevándose una mano a la cabeza. —¡Que gracioso! Hace tiempo que no escuchaba una broma tan divertida.– Limpió una lágrima imaginaria de su ojo volviendo a su rostro neutro —De todas formas, te daré un tiempo para que te acostumbres a tu nueva habitación. Cuando estés listo puedes bajar para decorar los pastelillos, solo una cosa, no tardes demasiado o me voy a impacientar– Bromeó abandonando la recámara y cerrándola en el acto.
Fue entonces cuando supiste que el nivel de dificultad para escapar había subido, tampoco era de mucha ayuda la reducción en la cordura de Allen. No planeabas saber que sucedería en el plazo de los próximos capítulos, quien sabe lo que sería de usted cuando el macho deje su actitud "decente".
Por ahora lo mejor seria seguir la corriente.
—Lo dije y lo vuelvo a decir, vaya día de mierda– Maldices observando la habitación a detalle. Había una cama matrimonial con sabanas de tu color favorito, al lado tenía un sofá negro/blanco, mientras que frente a la cama estaba un pequeño escritorio con una lampara de tu animal preferido. Y por otro lado, las paredes de la recámara aún seguían en blanco, quizás Allen planeaba pintarlas más tarde.
Abriendo el closet notaste que la ropa había sido ordenada por color; curiosamente todas las prendas eran de tu talla y tu estilo.
—No jodas... – Murmuras sorprendido revisando la ropa interior. Te estremeces al pensar en Darzi revisando tu ropa cuando no estas en casa. –Que enfermo– Dices para ti mismo.Parece que será más difícil de lo que esperaba...
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❝Freak┇yandere❞
Hayran Kurgu((HISTORIA EN EDICIÓN)) Parecía ser tan solo otro normal día de trabajo; las personas discutían, el café ya estaba frío y empleados como usted simplemente se dedicaban a lo suyo, o al menos así era hasta que repentinamente un apuesto hombre apar...