𝒮𝒾ℯ𝓉ℯ

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𝓔𝓷𝓻𝓲𝓬

Repaso el caos que me trasbordaba en aquel momento, demasiadas cosas en mente y un sofocante ambiente del que nunca he podido escapar. Por un momento olvidaba mi propio papel, lo único que me mantenía firme. Pero nadie podía culparme, simplemente deseaba que todo desapareciera, que esas voces en discusión que aún alcanzaba a percibir con los auriculares, se esfumaran.

Hasta que Aina entró a mi habitación en busca de protección. Dejé a un lado los papeles en los que apenas podía concentrarme y la tomé entre mis brazos. Me asomé al cuarto de Anya, quién tenía la música a todo volumen. Al percatarse de nuestra presencia no dudó en correr hacia nosotros y rodearme con sus delgados brazos por la cintura.

—Creí que habían acabado con esto—murmuró contra mi pecho.

Una tensión me recorrió , también lo había creído, cuando era más jóven e ingenuo. Pero todo esto nunca acabaría, continuaría repitiendose en un interminable círculo vicioso. Lo más frustrante de todo, es que no había manera de darle fin a este caos.

Observo la solitaria parada de autobús, la cuál suelo visitar desde hace algún tiempo. Las oscuras calles solo hacen del lugar un entorno peligroso, a lo cual ya estoy acostumbrado. En más de una ocasión me han robado las pertenencias en este lugar, pero tampoco es como que pueda hacer mucho al respecto.

Permanezco de pie a pesar del amplio espacio para esperar el autobús, es tedioso recordar esos momentos tan caóticos siempre que recorro este camino. Quizás porque el cansancio hace que mi mente quede en blanco y rebusca algo con lo que pueda mantenerme.

El sonido de una notificación resuena entre el silencio, saco el móvil del bolsillo. No es el más moderno y también tiene la pantalla algo dañada, aunque no tanto como el anterior.
Al menos servirá para lo básico.

El nombre "Said" con su fotografía de perfil aparece en primera instancia mientras se marcan las 12:37 a.m.

"Suficiente repaso por hoy, me iré a dormir o no sentiré la alarma" —Said.

Tecleo sin demasiada prisa, me había comentado hace unos días que tendría algunas evaluaciones que otorgaban el 50% del puntaje para pasar el semestre. No es de extrañar que haya pasado tanto tiempo repasando, después de todo, aunque no lo admita, es demasiado aplicado para sus estudios.

"Si apruebas, invito el almuerzo"

Ve inmediatamente el mensaje y solo es cuestión de algunos segundos para que responda.

"Si apruebo será la gloria, y por cierto, que sean las hamburguesas del puesto de la esquina" —Said.

Un vago recuerdo de la primera vez que le mostré el lugar para almorzar aparece, al principio no estaba tan convencido de comer en un lugar fuera de su facultad, pero resultó volverse su alimento preferido.

"Quizás el rico debería invitar al becado"—insinúo.

Un autobús se asoma a un par de cuadras de distancia y preparo el dinero para poder pagar.

"Demasiado tarde, te has ofrecido. Invito a la próxima" —Said.

El conductor ni siquiera voltea, simplemente espera a que suba y pague para continuar ese recorrido. Solamente hay tres personas más abordo, elijo el asiento del fondo que suelo ocupar.

"Lo que digas, descansa para madrugar" —le recuerdo.

"Okey, nos vemos haya" —Said.

Resalta a propósito la última palabra, los errores ortográficos es algo que acostumbra a cometer, pero desde que descubrió hace ya bastante tiempo la irritación que me provoca, suele hacerlo a con esa misma finalidad.

Envía una imágen de un ángel durmiendo en una nube con la frase "Buenas noches" antes de salir de línea. Es otra cosa que suele hacer en algunas ocasiones, además de enviar las típicas imágenes de ancianos diciendo "Buenos días" o "Feliz lunes". Quizás parezca un fastidio muy tedioso, pero de alguna manera me otorga algo de tranquilidad saber que hay una persona dispuesta a fastidiarme sin malas intenciones en diversidad de maneras.  

Y, aunque implique un tormento menos agradable, no cambiaría todo esto. Puede que sea confuso, y hasta un punto, doloroso; no poder confiar plenamente en su amistad. El mundo entero se ha encargado de darme las peores lecciones de vida como para que la sinceridad se haya convertido en un factor extraño en mi vida.

Este inmenso túnel de la vida sin sentido, es mejor atravesar ciertos desafíos por uno mismo. De manera que nadie saldrá fastidiado si no es de su conocimiento, todo simplemente continuará para los demás, aunque implique un retroceso en donde las plumas oscuras van cayendo de mi espalda hasta perderse en la oscuridad. Solo puedo avanzar al ritmo que sea necesario, sin indicios del final de todo este caos, o esperanzas que alivien toda esta mierda.   

𝓢𝓸𝓵 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora