𝒪𝒸𝒽ℴ

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𝓢𝓪𝓲𝓭

Pensar las cosas de más suele ser un problema que rara vez ha afectado en mi vida diaria. Los jodidos exámenes, la presión de mis padres con que empiece a buscar un trabajo y llevar una relación que ha sido a largo plazo por casi seis años no consecutivos, no me dejaría más cosas con las cuales atormentarme.

Pero luego está un detalle llamado Enric y una circunstancia titulada "aquella fiesta". Realmente es un alivio que las cosas hayan vuelto a la normalidad. Almorzar en su compañía de vez en cuando, recibir respuestas por mensaje y viajar en el mismo autobús de regreso a casa. Tampoco sé si debería sentir alivio de todo eso, y ese es precisamente el problema.

De lo idiota que soy como persona, no sé como indagar en más detalles de aquel evento. He llegado a un punto de pensar, ¿Enric me considera su amigo? Quizás todo este tiempo compartido sólo ha sido respetuoso no diciéndome nada por hablar con él, o aceptando almorzar en compañía o asistir a fiestas con personas que realmente no conoce.

No lo sé con exactitud. Puedo tener a mi favor algunas cosas que conozco de él, es cierto que no es alguien tan sociable y las personas suelen guiarse por la apariencia que presenta, lo que muchos denominan "apariencia de criminal". No negaré que la mirada con la que observa a las personas llega a ser intimidante, alguna vez también lo experimenté. Pero volviendo al tema esencial, no tengo ni puta idea de cómo hacer para que me cuente con detalles lo que sucedió en esa fiesta.

Puede que esté siendo paranóico, es una gran probabilidad, pero es una especie de presentimiento que no me dejará tranquilo hasta averiguarlo.

—¿Recuerdas cosas de la fiesta?—los cabellos de Noel parecen más desordenados que de costumbre, puede que haya reprobado la prueba, aunque tampoco me sorprendería.

—A lo lejos, creo que desahogué mis penas en el alcohol esa noche.

—Testigo—musita Miguel elevando una mano como si estuvieran tomando asistencia—. Me llamó como tres veces en la madrugada preguntando en dónde estaba el oso elefante de Zoe.

Es inevitable soltar una carcajada, por suerte, no soy el único en burlarse.

—¿Oso elefante?—pregunta Fran después de calmar la risa.

—Si, ya sabes...un oso con trompa de elefante y patas grandes.

—Eso no aclara mucho—agrego.

—Pero eso no es lo importante—dice Noel antes de pasar un brazo sobre los hombros de Miguel—. ¿Por qué no cuentas los demás? Con lo que realmente estás tan molesto.

—Cuenta, cuenta—doy presión al tema, aunque nos hemos desviado demasiado de mi propósito inicial.

—Estaba en casa de mi madre preparando uno de sus medicamentos de madrugada, y al estar ocupado lo puse en altavoz—cada palabra parece tomarle una infinidad, suele tomarse tiempo para contar las cosas.

—Bueno, no creo que tu madre nunca haya escuchado a alguien borracho en su vida—Fran da un punto importante.

—Pero dejen que continúe—Noel continúa rodeándolo con su brazo al caminar.

—El problema fue que el unineuronal presente me ha llamado "amor", "cariño", "bebé" mientras preguntaba todas esas idioteces—nuevamente los demás soltamos a la carcajada, aunque Fran parece resistirse para no incomodar a Miguel—. Y que después mi madre se ha pensado que estoy con él, y por más que se lo he explicado ahora piensa que soy homosexual.

—Tampoco puedes culparla, que en tus veinticinco años de vida no hayas tenido novia es algo que debió tomar en cuenta.

Está vez la paciencia de Miguel explota y le da un buen golpe cerca de las costillas.

𝓢𝓸𝓵 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora