𝒮ℯ𝒾𝓈

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Mañana del 05 de julio de 2019

𝓢𝓪𝓲𝓭

La helada brisa de la madrugada hace que los vellos de mi cuello y brazos se ericen. Acomódo lo mejor que puedo mi sudadera, ciertamente parezco un maleante con este aspecto, gorro puesto, despeinado y con grandes ojeras. A mi lado izquierdo, la sonrisa de Zamar me irrita la sangre.

—¿Quieres un café?—Es la propuesta más amable que he recibido de su parte, asiento repetidas veces con la cabeza.

—Pero acelera, o no llegaré a tiempo—le exijo como en otras ocasiones—. Ya tengo suficientes récords de ausencias en mi primer día de cada semestre.

—Eso es porque siempre apagas tus alarmas—me recuerda—. Lo que llamas "cinco minutos más" se convierten en casi cuarenta minutos.

—Venga, que tampoco eres el maestro de la puntualidad.

Únicamente se ríe y continúa conduciendo.

El deleitoso sabor a crema mezclado con la fragancia del café es indudablemente mi parte favorita de ser llevado por Zamar a la universidad. Una vez terminado, coloco el envase junto con la otra basura de su parte.

—Deberías de limpiar, o tendrás otro jalón de orejas cuando mamá se de cuenta de como tienes el auto.

—Ya me encargo después—es su argumento como otras cientos de veces en que le he repetido lo mismo.

Buscó algunas canciones desde mi celular para reproducir mientras pasamos el tiempo en el tráfico matutino, que está más fluido de lo normal.

Aprovecho el tiempo para revisar algo más, es inevitable enfocarme en cierto contacto que no me ha devuelto ninguno de mis mensajes desde que se fue del apartamento tras disculparse por las molestias.

Tuve suficiente tiempo como para procesar algunas cosas, entre ellas que posiblemente esté molesto conmigo por haberlo invitado a aquella fiesta en donde ciertos hechos que siguen siendo desconocidos, pudieron afectarle gravemente.

Intenté encontrar soluciones, pero si ni se ha dignado a dejarme en visto en todos los mensajes que le he enviado, mucho menos querrá hablar conmigo sobre aquella noche. Puede que hemos llegado al punto en donde la amistad se rompe por completo por la estupidez de uno, y aunque no tengo deseos de que acabe, no podré hacer nada si él no me lo permite.

Después de todo, pertenecemos a diferentes mundos en grandes cuestiones. Lo poco que conozco de él me ha llevado a entender lo opuestos que somos, y quizás por eso congeniamos muy bien en algunos aspectos. Pero no puedo evitar repetirme constantemente que si cortamos lazos, será mi culpa.

—¿Has peleado con Jessica?—la pregunta de Zamar me hace despegar la vista del celular.

—No—respondo de inmediato—.¿Por qué lo dices?

—Tienes cara de imbécil, y solo pones esa mirada cuando tienes problemas con ella.

—Idiota, no va al caso—musito—. Estoy bien con ella.

—Si tu lo dices, prepárate que ya casi llegamos y deberás correr.

El inicio del nuevo semestre continuó con mi récord de llegadas tarde, por suerte Miguel, el más responsable entre nosotros, se dignó a darme prestados sus apuntes. Algunas bromas y anécdotas por parte de Noel y las reprensiones de Fran a este me hicieron creer que podría continuar con normalidad un nuevo semestre sin la presencia de cierto ojiverdes con tonalidades extrañas, todo hasta recordar un pequeño detalle.

Por la tarde noche, mientras espero el autobús para regresar a casa observó los alrededores en espera de dar con él. Nos conocimos tomando el mismo autobús, y así también nos fuimos conociendo día tras días en estos dos años. Pero no hay ningún rastro de su parte.

𝓢𝓸𝓵 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora