𝒟ℴ𝒸ℯ

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Sábado 20 de julio de 2019

𝓢𝓪𝓲𝓭

Levantarme hasta tarde los sábados es lo mejor, aunque no para Jessica, ya que eso me ha hecho llegar tarde al desayuno con su familia. Todos ya disponen de sus actividades rutinarias, mientras sus encargados me han servido un tazón de frutas. Suelo saltarme los desayunos los sábados, pero tampoco podía rechazar la comida.

—¿Qué has hecho toda la noche?—interroga mientras limpian la piscina para poder usarla—. Te he llamado y estabas ocupado.

Muerdo mi labio, siempre hemos tenido problemas por ese mismo aspecto. Es algo que ya no quisiera volver a retomar, quizás Zamar tiene razón y a veces olvido a mi novia. 

—Lo lamento, estaba hablando con Enric y creo que me quedé dormido—digo tras otro bostezo—. Sabes, está trabajando en un proyecto increíble, le pediré que envíe un video cuando termine y te lo mostraré.

—Seguro, pero eso no es lo importante ahora, Said.

Mastico otro trozo de sandía en miel y volteo a verla.

—¿A qué te refieres?

Cruza sus piernas y acomoda sus lentes de sol. Es raro verla tan relajada, suele adentrarse mucho en sus estudios y pensar en cosas del futuro. 

—Llevamos casi siete años como pareja, en un par de años nos habremos graduado, y pienso que sería lindo dar el siguiente paso.

Casi me atraganto.

—¿El siguiente paso?—cuestiono aturdido—. ¿Te refieres al matrimonio?

Está vez se deshace de sus lentes y se incorpora un poco.

—No es a lo que me refiero, Said. Hablo de vivir juntos y establecernos —su cabello luce más claro con la luz del mediodía, la curva en sus labios es perfecta—. Pero si piensas en lo otro, no te detendré.

Me he quedado sin palabras, mis padres también han insinuado de mi relación con Jessica en algunos momentos, pero realmente creo que no estoy del todo listo. Tengo la dicha de que nuestros padres nos ayuden con la renta del apartamento hasta que nos graduemos con Zamar y busquemos nuestros propios caminos.  Aunque es algo a lo que no le he dado demasiada importancia, quizás por eso nos complementamos con Jessica.

Ha vuelto a recostarse para tomar el cálido sol. 

—No te estoy presionando, cariño, pero debes dejar de preocuparte tanto por personas que no valdrán la pena a tu futuro.

Bajo las cejas al escuchar sus palabras.

—¿A qué te refieres?

—Sabes que tengo conocidas en tu universidad, algunas de la facultad de arquitectura—la observo con atención—. Según dicen, tu amigo tiene riesgos de perder su beca. 

Esa tarde descubriría que Enric solía llegar tarde a sus cursos, además de saltarse algunos de los más importantes. Realmente nunca he hablado con él de sus estudios, lo poco que sé lo he visto ayer mientras le ayudaba. Sin embargo, parecía tan concentrado y que le había puesto esfuerzo a su proyecto, que realmente dudo que lo que le han contado a Jessica sea cierto.

—Tampoco te preocupes tanto por eso, es posible que haya exagerado las cosas, después de todo la ha rechazado—agrega—. Es curioso, según cuentan, parece no estar interesado en nadie. No niego que tenga una buena apariencia, aunque suele darme una mala espina.

Preferí no hablar más al respecto, podría terminar revelando lo que sé de Antonie y tampoco quiero hacer eso.Dedique el resto del día a complacer a Jessica y recompensar mi ausencia en los últimos días. Almorzamos en un restaurante y cenamos con sus padres. Me invitó a quedarme y no rechacé su invitación. 

Había pasado mucho tiempo desde que pasamos la noche juntos, y solo en ese momento me olvidé de todo hasta quedarnos dormidos. Me desperté por el calor que hacía en la habitación y encendí el aire acondicionado.

Verla dormir era algo maravilloso, siempre la he considerado como la mujer más hermosa que he conocido. Y aunque hemos peleado, roto y vuelto innumerables veces, ya me he acostumbrado a su compañía. Supongo que es algo natural después de casi ocho años.

Busco mi celular para ver la hora, 03 a.m de un domingo 21 de julio. Además de varias llamadas perdidas del número de Enric. 

Ese detalle me sorprende, nunca suele llamarme, y mucho menos tantas veces. Tres llamadas perdidas de su parte ya es algo preocupante. Le escribo para preguntarle, pero al no responder, decido devolverle la llamada.     

No responde. ¿Y si algo le ha ocurrido? ¿O quizás solo se haya equivocado de número?

Marco nuevamente, y después del cuarto tono finalmente responde.

—Said—lo escucho musitar del otro lado de la línea.

Su voz parece más ronca de lo habitual, quizás le he despertado, además de tener un tono un poco agitado.

—Ah, hola—mierda, he olvidado para que lo he llamado—. Eh, ¿te encuentras bien?

Se toma unos minutos para responder.

—Lo siento, antes he llamado sin querer.

Me muerdo la lengua, odio cuando esquiva mis preguntas. Estoy por insistir en saber si se encuentra bien, pero me congelo al escuchar otra voz tomar su lugar.

—Está ocupado, llama mañana.

La irritante voz de Antonie es seguida del chillante sonido al finalizar la llamada. Me tomo un tiempo para poder reaccionar, siento la mano un poco tensa.  

Ese tipo es realmente…

—Detestable— musito en voz alta sin poder contenerme.

𝓢𝓸𝓵 𝓸𝓬𝓾𝓵𝓽𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora