Nueve

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Era una de tantas mañanas, esa era de descanso, después de un entrenamiento de ruta nocturna, era lo mínimo.

Keith estaba dormido, después de ducharse con Lance, que le había obligado a comer antes de dormir.

-Pero que tranquilo estás,_el vampiro había corrido las cortinas después de bajar las persianas, es que tenía que vigilar su sueño.

Habían llegado a las diez de la mañana, después de estar toda la santa noche de ruta.
Que los dos estaban agotados y después de eso tenían cinco días, cinco para descansar.

-Buenos días mis niños, ¿ya se ha quedado dormido?,_la señora McClain toco suavemente la puerta y hablaba en susurros.

-Buenos días mamá,_Lance se acercó a abrazar a su madre, hablando flojito,_si, está dormido, creo que yo también voy a dormir con él un rato, ha sido muy duro, pero hemos mejorado algo.

-Lo sé, me lo ha dicho tu hermana estáis en distintos grupos, pero siempre vigila que vayáis bien,_la cubana lo abrazó con fuerza,_duerme en su misma cama Lance, si abres el cajón de la otra lo despertarás,_entro para darle al azabache un besito en la mejilla y le dio otro a su hijo antes de irse.

El protegido no se lo pensó, se tumbó al lado del de tez clarita, quería dormir, pero primero quiso míralo, tener esa imagen en su mente.

Con la respiración tranquila, la boquita entreabierta, que así solo le daban ganas de besarlo.
El pelito en la cara, que se lo tuvo que apartar y eso que lo tenía cortito.

Quien dice apartar dice aprovechar la excusa para acariciarlo, tenía la nuca rapada como siempre, en forma de triangulo.
Podía sentir su vínculo, oler ese aroma dulzón de su sangre, todo sin querer morderlo y beber.

-Es injusto que uses un champú de niños y lo tengas tan bonito y tan suave,_le susurró, estaban los dos juntos, tranquilos y en paz.

Los vampiros no eran fríos, era otro mito, pero les gustaba como a todos el calorcito de un cuerpo ajeno, a Lance en concreto le encantaba desde niño.

Incluso después de esa época estando peleados más de una noche dormían en la misma cama.

Keith parpadeó, eso asustó un poco al cubano, no quería que se cabrease o algo.

-Duérmete,_le dijo el azabache,_sé que estás cansado por el vínculo,_le confesó.

Estaba más dormido que despierto, se abrazó a él, acurrucándose en su pecho un poco, quizás se estaba aprovechando un poquito.
Pero al morenito no le importaba, le gustaba estar así, llevaban mucho tiempo sin estar así.

-Tú estás igual o peor, también lo noté, descansa,_Lance en un arrebato ñoño le dio un besito en la coronilla.

-Que si, que si, pero sigue un ratito más hasta que me duerma,_la manita de Keith cogió la de Lance y la puso sobre su cabeza,_es agradable.

Al vampiro se le iba a salir el corazón del pecho, de lo jodidamente tierno que llegaba a ser su guardián.
Obvio que le siguió acariciando el pelo hasta que él se quedó dormido.
También lo observó un rato más.
Era el mejor premio de todos.
Esos momentos juntos, el uno con el otro.

-La paz es efímera, casi tanto como la vida humana,_le repitió Coran a Allura, era una frase de su padre.

-Y la guerra puede ser más eterna que cualquier ser inmortal, puede apagarse y surgir otra vez, como las placas tectónicas al crear erupciones en un volcán, no lo ves hasta que llega a la superficie, pero no le impide existir,_completó la peliblanca.

Las puertas fueron aporreadas con prisa, sobresaltando a los dos presentes, que prácticamente se pusieron en guardia.

-Pasad,_ordeno la reina de la colonia.

-Perdonad las formas,_Kolivan hizo una elegante reverencia,_han dado un aviso de un ataque reciente, y le traigo las evaluaciones en persona,_le respondió.

-Das vergüenza siendo tan formal,_Krolia se estaba aguantando la risa.

-Coincido, ¿qué tal van Keith y Lance?,_le preguntó a la guardiana.

-Aún les queda mucho, pero es sorprendente la capacidad de control de Lance, además su conexión es muy buena,_le comentó con orgullo, que eran sus niños.

Las dos hablaban con cierta complicidad, la de años conociéndose, mientras Kolivan hablaba de informes y papeleo con Coran.

-Nos pueden atacar en cualquier momento,_le aviso un realmente serio Kolivan,_hemos reforzado todas las defensas, los chicos se están adaptando a la oscuridad, están todos preparados, hasta los novatos,_le avisó.

-Refuerza todos los sistemas operativos, endurece los entrenamientos, pero no los canses, ¿les has dado  descanso a todos?,_le preguntó con curiosidad.

-Cinco días a los novatos, los que tienen vínculos y armas están rotando, no queremos estresarlos, puede afectar a su rendimiento,_le respondió la otra mujer de la sala.

-Genial, entonces descansar vosotros dos también,_les dijo la albina,_tomaros un par de días libres, Coran y yo nos podremos ocupar de todo,_la sonrisa tranquilizadora de la vampira los relajó, los tiempos difíciles iban a estar muy cerca.

Pero los días libres estaban aún más cerca, y no había nada como nadar un poco, al menos para el vampiro morenito de ojos azules.

-Que te leo las intenciones, no,_se quejó el azabache.

-Nada de no, que te vas a quemar, y tienes que beber mucha agua,_le dijo, mostrándole los colmillos.

Y nada, otra vez a ponerle crema, Keith lo odiaba, pero peor era el quemarse. Y que le gustaban esos masajitos tontos, que no iba a engañar a nadie.

-Anda, ayúdame, que si me quemo mamá me mata..., y a ti también,_a los dos les dio un escalofrío, que la señora McClain era digna de temer.

-Vale, vale, a ver date la vuelta,_le dijo con una sonrisa pequeña, aunque usó un tono de fastidio, nada creíble.

Keith era un encanto, le echaba la cremita en la cara y en la espalda con cuidado, que a fin de cuentas se encargaba de protegerlo.

Encima le daba un masaje, mejores que los que él sabía dar. Que Keith era un amor de chico, que se lo comía.

-Así que mi piel es suave,_que adoraba verlo sonrojado y esa ocasión era ideal para ello.

-Que te calles, que dejes de leerme la mente,_por suerte al ojivioleta no le tembló la voz,_según tú Mía ojos son galaxias por explorar,_le recordó, haciendo que el cubanito temblase un poco.

-Tú ganas,_le murmuró bajito.

Se tenían un cariño especial, un cariño distinto a otros vínculos. Ellos eran distintos, porque se atraían, se gustaban, se querían, se todo.
Y eso se notaba.
En su evolución, en muchas otras cosas.

-Keef, ven a agua, conmigo,_y con esa sonrisa, esas pequitas y ese cariño, no le podía decir que no.

Esos momentos eran atesorados por los dos.
En el agua, flotando en colchonetas, nadando, salpicando, o su simple compañía.
Todo eso iba a verse ensombrecido.
Por la guerra.

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