Siete

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Era verano, hacía calor y por mucho que quisiera, no, podía, entrenar, punto.
Su madre lo controlaba, los entrenadores estaban más que advertidos, Lance estaba encima todo el día y la señora McClain y su hermano estaban con lo que debía y no debía comer.

-Estoy bien, pegajoso,_le soltó al cubanito, que lo estaba esperando fuera del baño.

-Que estaba esperando a que terminases para mear,_se defendió el ojiazul.

-Hay más baños en casa, y sé que no están ocupados,_contraatacó el más bajito.

-Vale, vale, solo estoy esperando porque quiero curarte, sabes que me controlo bien, y es mi culpa que esté así,_Lance suspiro, que le había dejado cicatrices no muy bonitas a su Keith.

Al chico que se quedaba algunas noches despiertas para consolarlo y no pedía nada a cambio, al chico al que había tratado mal y nunca lo trató mal, su protector y guardián.

-Lo sé, ¿podemos ir a dar una vuelta, aunque sea alrededor de casa?,_le preguntó, con carita de pena, y eso que era poco expresivo.

Lance se sonrojó, porque le parecía demasiado tierno, a veces lo era y sin darse cuenta.

-No, pero te dejo subir y bajar las escaleras para ir a cenar, hoy no te llevaré en brazos,_le dijo con una sonrisa, obviamente era una coña, no iba a dejarlo bajar las escaleras.

Y sí, Lance sería un exagerado, pero se lo debía, le debía el mimo y el cariño con el que no lo había tratado esos últimos años, que Keith siempre cuidaba de él, le confiaba su vida y él iba a cuidar de su protector, porque su vida dependiente de él.

-Mientes de pena, y exageras mucho, solo tengo que reposar unos días, comer bien y empezar a entrenar poco a poco,_el azabache iba caminito a su cuarto, al que otra vez compartía con Lance.

Entre risas y un silencio de esos cómodos, de los de estar bien, de los que no te importa absolutamente nada, porque sabes que todo va bien.

El cubanito sacó el cofre de curas que tenían, se lo había dado Allura, le había enseñado a curarle esas heridas, porque eran especiales y distintas, a vendar su cuello y a controlar que la herida terminase de cicatrizar bien.

-¿Te recoges el pelo?,_le preguntaba a la vez que controlarla perfectamente que todo el material necesario fuera el correcto.

-Si, ya está,_el azabache se quedó quieto, obedeciendo a las órdenes de Lance.

Las ordenes del morenito eran claras, le hacía fotos diarias para controlar la evolución, además de que le curaba la herida con inmenso cuidado, que se sentía jodidamente culpable, que eso iba a dejar una cicatriz fea.

Una cicatriz que tendría por su culpa.

-Muchas gracias,_el ojivioleta le ofrecía una de esas sonrisas que le cortaba la respiración,_oye, ¿qué es lo que pasa?, nos conocemos, dilo,_Keith le cogió de la mano, para que estuviera tranquilo.

-Es que.., se va a ver feo, ¿no te importa?,_esa carita de culpable, que se estaba aguantando las ganas de llorar.., otra vez.

-Ya te he dicho que no me importa, Lance, esto demuestra que pude protegerte y que a pesar de todo, tú me protegiste también,_le respondió, con una sonrisa, acariciando sus dedos antes de entrelazarlos.

-Pero no lo hice bien,_y Lance no pudo más y lo abrazó, no quería que lo viera, sus ojos estaban rojos, porque por su cabeza pasaban demasiadas emociones,_Keiht, si no llegó a ver esa pulsera.., habría seguido, no te salvé yo, te salvaste tú,_y en ese momento las lágrimas empezaron a caer, el azabache lo sabía de sobra.

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