Capítulo III

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Tal vez pueda parecer un poco tonta al decir esto, pero creo que alguien más está aquí, conmigo. Siempre tocan a mi puerta o desconectan mi teléfono, no sé qué demonios sea, tal vez algún vagabundo que se quedó hace un tiempo; mi amiga vino a visitarme para saber qué me sucedía, no se quedó conforme con lo que le dije por teléfono. 

—Ayer se cortó la llamada y no me volviste a llamar, tampoco te podía llamar, ¿No crees que deberías comunicarle a la compañía? Siempre sucede lo mismo.  —Exigió Sani mientras se sentaba.

Lo que ella no sabía es que la compañía no tenía nada que ver.

—No es eso.  —Respondí con voz suave. 

—¿Entonces qué es? — Preguntó con voz de autoridad. 

—Es que creo que hay algo paranormal aquí.  —Respondí. 

—Jajaja... Eso no existe tonta, eso de cosas paranormales sólo pasan por la televisión, creo que tanto estar encerrada aquí te está haciendo daño. — Respondió irónicamente. 

—Sabía que dirías eso... No entiendes, no entiendes nada de lo que me sucede.  —Respondí nuevamente. 

—¿No te entiendo? ¿Eso crees? está bien, pues me voy, sal un rato de aquí, te estás volviendo loca. Y trata de arreglar la línea del teléfono que está dañada.  —Me dijo mientras señalaba el alambre teléfonico que estaba roto. 

—¡Mira! es lo que te digo, estaba bien ahora mismo, hay algo aquí.   —Respondí en estado de pánico. 

—Seguramente fue una rata. —Insistió. 

Se marchó y me dejó, no me creía una sola palabra, pensaba que estaba loca, yo sabía que algo andaba mal, pero por alguna razón no le tomé importancia, nunca pasó por mi mente mudarme de ese lugar, había estado ya cinco años allí, no quería irme ahora. Pensé en ir a un psicólogo pero me dan un poco de terror los hospitales. 

Ahora no eran los pasos, sentí que alguien tocaba mi hombro, podía percibir que alguien estaba detrás de mí, me volteé sin pensarlo dos veces, no había nada. 

-Creo que debo descansar un poco- Pensé mientras me recosté en el sillón de mi sala, quedé dormida en cuestión de minutos. 

«Despierta estos seres, despierta estos seres, estamos aquí, despierta estos seres, despierta estos seres, estamos aquí, sálvanos, sálvanos, el mal está aquí, sálvanos, sálvanos.» Escuchaba gente susurrando lo mismo una y otra vez, como si rezaran. Sin darme cuenta estaba en un lugar, era como una bodega, una bodega vieja, sucia y abandonada; continué caminando, mientras más pasos daba se escuchaba alguien respirando forzado, cada vez más y más forzado. 

Escuchaba pasos que venían detrás de mí, pasos que se sentían en todo el lugar como los que se escucharon en mi habitación, venían cada vez más rápido, yo corrí, tenía miedo, y alguien gritaba; gritaba tanto, sentí como mis tímpanos se rompían fuertemente hasta causarme sangrado de oído, no volví a escuchar los gritos, no escuchaba nada. De repente algo me agarró y me arrastró, lancé un grito enorme. 

Desperté y había caído del sillón, me golpeé la cabeza, pero me sentí aliviada de que sólo fuera una más de mis pesadillas. 

Miedo [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora