Solo quería tener un poco de compañía, pero nada podía hacer cuando su reencarnación se ponía en peligro, sabia muy bien lo que él siente por ella, pero no puede evitarlo, le ama como jamas amo a nadie, pero ya no podía hacer nada cuando aome aparecía. Perdida en sus pensamientos, no se da cuenta de que sus serpientes cazadoras de almas se hacen a un lado cuando siente una energía poderosa, pero se dio cuenta cuanto ya estaba muy cerca.
- ¿quien eres? - pregunto dándose la vuelta en el lugar de donde provenía aquella energía.
- eres perspicaz miko - escucho aquella voz conocida.
- *esa voz* sesshomaru - dijo su nombre con su misma voz apagada.
- ¿que haces en este lugar miko? - pregunto con su expresión neutra que tiene.
- porque quieres saber, ¿acaso te estas preocupando por mi? - pregunto kikyo. Sesshomaru frunció el ceño y con su velocidad inhumana, tenia a la miko en el árbol ahorcándola.
- no me hagas enojar miko - dijo molesto - o si no ya sabes lo que te pasa - apretando aun más su cuello.
- cof, cof,... esta... bien - dijo con dificultad.
- ya viene inuyasha - y con eso la soltó y se fue de ahí.
- ¡kikyo! - grito su nombre mientras corría.
- inuyasha, ¿que haces aquí? - pregunto.
- sentí la presencia de sesshomaru - contesto oliendo a su alrededor - *pero no esta*
- imaginas cosas - cruzándose de brazos.
- también hueles raro - comento - *es el olor de sesshomaru, pero... no, creo que estoy oliendo mal* - pensó.
- inuyasha, debes irte, aome debe estar preocupada por ti - dijo mirando a otro lado.
- si, hasta luego kikyo - se despidió, para luego saltar y echar a correr.
- *ahhh, ¿porque lo defendí?* - pensó con un suspiro.