Siete.

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Siete

"Y tienes tus demonios cariño, y todos se parecen a mí"

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"Y tienes tus demonios cariño, y todos se parecen a mí"




Florence siente frio, demasiado. Siente su cuerpo temblar, puede darse cuenta que está en su cama, le duele el pecho cada vez que respira y siente su cuerpo cubierto de sudor, pero aun así el frio la golpea como si estuviera desnuda en medio de la nieve.

- Señorita Florence- dice suavemente el médico que le coloca una luz en los ojos que la molesta un poco - ¿Cómo se siente?

- Me cuesta respirar- susurra lentamente- ¿Dónde estoy?

- En casa de su prometido- sonríe el hombre- cayo en un lago al parecer, no tiene complicaciones mayores, pero queremos que guarde reposo hasta que se recupere

- ¿mi prometido?

Florence quiere decirle al hombre que debe estar equivocado, pero su cuerpo se siente pesado demasiado. Sus ojos se cierran solos y apenas puede escuchar las palabras dichas por el profesional de la salud.

- Pediré que le traigan algo de comer... si tiene una complicación no duda en llamarme.

Florence cierra los ojos demasiado cansada para volver a abrirlos, siente como el medico ahora habla con alguien, pero no reconoce la voz. Cuando vuelve a despertar lo hace al sentir unas suaves caricias en su mano izquierda. Siente frio, quizás demasiado para su propio bien pero ya no se siente sudorosa.

- Flor- susurra Henry- ¿Qué pasa amor? ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo cariño?

- Tengo frio- murmura- y sed

El hombre se coloca de pie, camina hasta el armario de la habitación saca un par de mantas para cubrir el frágil cuerpo de Florence, se ve tan menuda en aquella cama. Ella parece satisfecha ya que gime al sentir el peso de la mantas sobre su cuerpo. Sus mejillas se sonrojan y vuelve a cerrar los ojos.

- Te ayudare a sentarte para darte de beber agua

La chica solo asiente y se recarga en el pecho de Henry cuando este se sienta en la cama atrayéndola hacia él, ella sonríe cuando siente el olor de su perfume, huele fabulosamente bien. Siente los labios del hombre en su frente para medir su temperatura.

- Deja que yo la ayude- murmura la condesa Cavill- pareces un poco incómodo.

- Yo puedo abuela- dice suavemente- ¿me tiendes el vaso de agua?

- Claro- sonríe la mujer llevándole una copa con agua – esta tan pálida ¿tiene fiebre?

- Un poco- murmura Henry volviendo a besar su frente tirando su cabello hacia atrás - me quedare esta noche con ella... puedes salir el doctor dijo que necesitaba desvestirla si volvía la fiebre.

- No es apropiado Henry- dice la mujer intentándolo entrar en razón.

Florence comienza a beber un poco de agua cuando el hombre coloca la copa sobre sus labios y siente su garganta más aliviada. La tranquiliza el calor de Henry y no quiere que se vaya, no logra entender la situación ya que sus ojos siguen cerrados. Pero siente a varias personas dentro de la habitación que le asigno la condesa.

- Henry- dice seriamente su abuela

- Es mi prometida abuela- responde el hombre- tiene un anillo en su mano, vive contigo no abra habladuría... vivo lejos de aquí hasta que sea mi esposa... solo déjame protegerla esta noche. Solo esta.

La mujer asiente viéndolo, jamás lo vio a si, ni con la muerte de sus padres. Ve como Florence queda dormida sobre su pecho.

- Mañana mandare una carta a su madre, apenas se recupere haremos la boda que quieres

El hombre suspira tranquilo y asiente. La respiración de la joven en su pecho le llenan el corazón de una forma diferente.

- ¿La quieres? – susurra su abuela

- Nunca tuve tanto miedo en mi vida cuando no la vi en aquel lago- suspira el hombre recostándola delicadamente- es tan frágil, necesita ser cuidada

La anciana asiente viéndola.

- ¿Crees que puedas hacerte cargo?

- Claro- responde el

La mujer sale de la habitación dejándolos nuevamente solos. Henry camina hasta ella, el vestía la ropa más cómoda que su sirvienta empaco. Aún recuerda cuando llego a la mansión de su abuela con una pálida chica. Mientras llegaba el médico le dieron un baño caliente para que entrara en calor y el al ser el único hombre tuvo que cargarla, meterla en la bañera, sacarla y luego ayudar a recostarla.

Su abuela le pidió que se cambiara y así lo hizo. Ed llego con Rebekah momentos antes que el doctor y en esos momentos Henry se rompió.

Lloro como un niño por la joven, mientras el medico la revisaba. Rebekah acaricio su espalda cuidadosamente mientras ambos esperaban en el salón.

- Si se salva me casaré con ella- susurro Henry viendo a los dos personas frente a ellos.

Bekah entro con el medico cuando la chica comenzó a sufrir convulsiones a causa de la fiebre, Ed por su parte perdió la razón y salió de la mansión quizás recordando la muerte de su hermana. Henry tampoco podía estar allí escuchando al médico decir como colocar paños fríos sobre la joven así que bajo hasta el estudio de su abuela donde saco desde la caja fuerte el anillo de su madre. Se encerró allí y bebió sin parar whiskey.

Era un anillo de compromiso de color plata con pequeños diamantes que lo adornaban en su totalidad y uno grande en el centro. Era un niño cuando su padre se lo regalo a su madre, ella lo usaba siempre como símbolo de su amor.

Paso toda la madrugada bebiendo con el anillo en su mano mientras pensaba.

- Lord Henry- susurra Rebekah viéndolo – el doctor dice que puede subir, necesita hablar con usted

- Gracias milady- responde colocándose de pie llevando consigo el anillo en la mano.

Henry sube despacio la escalera y se sorprende de ver a su abuela a esa hora aun despierta-

- Lord- dice el médico- La señorita se encuentra estable, agarro un catarro y tiene fiebre, pero debería mejorar en los próximos días, si ve alguna complicación debe llamar por mi

- Muchas gracias- dice el hombre viendo al doctor

- Alguien debe quedarse con ella resguardando la fiebre

- Yo lo haré- dice el viéndolo- abuela dile al cochero que lleve a la señorita Rebekah a su casa

- Si hijo

Cuando por fin entra a la habitación de la rubia, puede ver a Florence iluminada por la luz de las velas, tiene un paño húmedo en su cabello que el coloca mejor, se arrodillo frente a ella y besa su delgada mano, estaba fría aun así la acaricia un momento antes de colocar el anillo en su dedo. Sonrió cuando le quedo como si fuera creado para ella.

Aquella noche y las tres siguientes no se separo ni un segundo de ella, a pesar de estar cansado. Cuando paso el tercer día y ella no despertaba del todo mando por el medico el que señalo que despertaría en cualquier momento. Ese día jamás se separó de ella más que para ir a asearse, no comió y agradecía que su abuela lo dejara quedarse con ella. La cama era grande para los dos, pero jamás le faltaría el respeto de aquella forma, solo se acomodó sobre el vientre de la joven para quedar dormido.

Sentía las suaves manos de ella sobre su cabello en algún momento de la mañana, pero pensó que tan solo estaba alucinando. 

Lady Cavill |Henry CavillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora