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"Quiero ir donde las luces se quemen y tu seas solo mía."
Florence cuando logro que su hermano se calmara, se colocó un vestido, pidió a las empleadas que llenaran una tina mientras ayudaba al infante a bañarse. Una vez cambiado sonrió al ver un pequeño traje azul cielo para que el se colocara, el niño se dejó alistar guardando silencio ya que una de las chicas de servicio le había dado galletas para que no se quejara. Cuando ambos están listos bajan a la sala donde la Condesa, Rebekah y Ed bebían el té.
- Amigo- sonríe Ed- ¿Por qué no vamos a jugar?
El niño asiente emocionado haciendo una reverencia a las damas, Rebekah al notar que la condesa parecía querer hablar con su amiga decide seguir a ambos hombres disculpándose con su voz dulce, Florence mira a Harry jugar con Ed y Rebekah en los jardines corriendo los tres como niños. Mientras se escondían en las exquisitas flores.
- No sé cómo tu madre puede actuar así- dice la mujer enfurecida viendo su espalda- parece una adolescente
- Supongo que la muerte de mi padre le afecto
- Fue hace cinco años- dice la mujer quitándole importancia a aquel suceso- y al parecer jamás pudo madurar.
Ambas quedan en silencio cuando Henry entra a la sala con un ramo de flores. Florence se sonroja y le hace una pequeña reverencia al Lord que solo parece interesado en su salud.
- Mi lord- dice ella sonriéndole
- Me alegra verte mucho mejor amor- sonríe el caminando hacia ella besando su frente- me avisaron que tu madre y tu hermano ya llegaron para la boda
- Su madre se fue- explica la condesa colocándose de pie- pero el pequeño Harry está divirtiéndose en el jardín con Edward, es un niño encantador. Me gustaría que viniera a verme a diario.
- Ya lo creo- sonríe el hombre viendo el rostro de Florence- ¿estás bien cariño?
- Si- responde la chica viéndolo, dándole su mejor sonrisa- ¿Cómo estuvo su trabajo mi Lord?
- Bien- sonrió brevemente- abuela puedes dejarnos solo, al parecer mi prometida quiere comunicarme algo.
La condesa asiente colocándose de pie con dificultad mientras se apoya en su bastón, sale de la sala, pero ambos están seguros que no debe estar muy lejos. Aun así, el hombre acaricia suavemente su brazo mientras ella parece querer perder los nervios.
- No tienes que hacerlo Lord- susurra ella viendo hacia el piso con voz temblorosa
