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"Y nunca te rindes cuando me estoy desmoronando, tus brazos siempre están bien abiertos y eres rápido para olvidar."
Florence hablaba con Ed mientras paseaban por los salones, el hombre sin duda era maravilloso e inteligente. Era sin duda un buen prospecto de esposo. Estaba allí con un solo propósito y sabía que el tiempo estaba en su contra, trataba de mostrarse lo más encantadora posible.
- ¿De dónde eres Florence?
- Brighton- sonríe ella- mi padre era un pastor. Es la primera vez que salgo de allí.
El hombre asiente sonriéndole. Conoce el lugar ya que una vez acompaño a la Condesa a hacer unos trámites y visitar la lápida de su marido. Pero estaba seguro que nunca vio el rostro bonito de la chica a su lado. Las chicas como ellas no se olvidan.
- ¿Tienes más hermanos?
- Somos tres, la mayor es Caroline, está casada hace años con un maestro... luego vengo yo que cumplí dieciocho el mes pasado y por último mi hermano menor Harry – sonríe ella – tiene solo cinco años. Y es mi favorito.
Ed asiente viéndola, sus ojos brillan de solo nombrar al más pequeño.
- ¿Usted tiene familia? ¿Hermanos?
- Tenía una- sonríe- de momento solo un abuelo- ríe- que espera que busque una esposa con una buena dote para comprometerme. Es un viejo cascarrabias que cree que el dinero es lo más importante. Pero como nadie parece ser lo suficientemente buena para el estoy aprovechando de mi soltería y sin duda disfruto mucho de ella.
Ambos quedan en silencio mientras caminan bajo el cielo estrellado. La luna parece más brillante que nunca a través de los grandes ventanales, pueden escuchar la música del baile y las risas masculinas y femeninas tratando de divertirse.
- El fin de semana estoy invitado a un brunch a la afuera de la ciudad ¿te gustaría ser mi acompañante?
- Claro- sonríe ella
- Tengo más amigos que Henry, estoy segura que puedo buscar alguna jovencita que pueda ser tu amiga y confidente. Aun eres muy joven para buscar esposo- sonríe el- Londres tiene mucho lugares que descubrir.
La chica le da una media sonrisa.
- Creo que deberíamos volver- sonríe- no quiero que existan habladurías
El la comprende y caminan de nuevo al salón. Florence ve como Henry está bebiendo tanto que apenas puede mantenerse en pie. Esta apoyado en la barra y parece un tanto incomodo con su costoso traje ya que el pañuelo que debe ir en su cuello lo mueve continuamente.
