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"Era muy joven para entender ¿Porque tenia que caer en manos de extraños?"
Henry asiste como cada domingo a desayunar con su abuela, aunque el anterior no había ido, ni tampoco los ultimo tres, luego de lo que paso con Florence decidió darle su tiempo a la chica la que al parecer no comento nada con su cuidadora. Sabía por Ed que la chica fue bien recibida entre sus grupos de amigos, que comenzó un curso de pintura.
Todo parecía ir bien para la pequeña rubia, pero esta vez se sorprende de ver a su abuela viendo al jardín desde el salón del té. Tenía unos pastelillos al lado dando a entender que ya desayuno.
- ¿Nuevo pretendiente?
- Ed vino a traerle una invitación y vestido- sonríe la mujer mayor viendo a su nieto- tu amigo sin duda es muy considerado con Florence.
- Ambos sabemos que Ed no quiere una esposa sin fortuna
- Eso parece cambiar... su abuelo le dijo que siempre que buscara una mujer respetable se casara con ella. Hable con el anciano- ríe- al parecer varias personas los vieron juntos en sus múltiples salidas y dijeron que nunca lo habían visto solo con sus ojos sobre una jovencita. Se acabaron las peleas por mujeres de dudosa reputación en bares de mala muerte...sin duda el anciano parece tan satisfecho que está apunto de visitar el más allá.
La anciana ve como una de las mucamas tiene un sobre con el nombre de Florence, pero ella estar bajo a su cuidado debía leer la correspondencia. A pesar de que decía ser de su madre. Los pretendientes siempre tenían sus formas de hacer arruinar una reputación.
Henry mira como Ed le entrega un libro el que ella abre sonriendo, puede ver que es tapa dura, él le habla sin parar haciendo que ella solo sonría y se siente molesto, él le advirtió, pero ella parece no tomarles importancia a sus palabras. Gruñe para sí mismo y se gira para increpar a su abuela, pero se sorprende de encontrar sus ojos bañados en lágrimas.
- ¿Qué pasa abuela?
- No puedo creer que le hagan esto a esa pobre niña- solloza la mujer- ¿Qué clase de hermana le dice algo así a su propia hermana?
- Abuela
- ¿Esta es la mujer a quien tanto amas? - gruñe molesta la mujer- es una arpía-ríe- al parecer solo ella puede ser feliz
Henry recibe la carta que le tiende la mujer, quien tiembla como una hoja de papel. No muchas cosas ponían a la anciana en aquel estado.
