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"Dame amor como a ella, porque últimamente me despierto sola"
El viaje hasta Brighton dura más de seis horas, pero sin duda fueron eternos para el hombre que una vez dentro de la carroza su esposa ni siquiera lo miraba. Solo escuchaba como los caballos se movían a un suave galope y el silencio lo estaba volviendo loco.
- Florence- dice viéndola desde la mañana parecía totalmente ida- ¿sucede algo, amor?
- No- responde ella entusiasmada en su lectura
- ¿estas segura? - cuestiona viéndola- estas pálida y pareces a punto de caer enferma. ¿Te sientes bien querida?
- Estoy bien
- Solo me preocupo por ti, amor- suspira el acariciando su mejilla- ¿Si te pasa algo me lo dirías?
Florence asiente viéndolo a los ojos y luego desviando su vista a su lectura. Suspira agradecida cuando la carroza pasa frente a la playa, a pesar de ser un pequeño pueblo que se ubicaba en la costa, la mansión Cavill quedaba cerca de una hora del lugar. Pero ya estaban en el lugar que crecieron.
- Deberíamos parar a comer algo- dice el hombre viéndola- no desayunaste
- Estoy bien
- Florence- dice el hombre- te recuerdo que traemos a media docena de sirvientes, a la condesa y tu hermano, ¿Puedes creerte capaz de comer en una posada? ¿O eso es una falta de respeto para tu nueva vida?
La rubia se sonroja y simplemente asiente para bajarse a comer. El hombre toca una campana haciendo que el chofer pare en una de la posada y también lo hace el chofer de su abuela y la tercera carroza con empleados. El lord baja estirando su brazo para que su esposa baje, ella toma su mano solo para bajar y luego la suelta como si quemara. El no dice una palabra pensando que solo esta agotada de aquel viaje.
- ¿Por qué paramos querido? - dice su abuela abriendo la puerta del coche, el hombre ve la cara de aburrimiento de Magda mientras Amy leía junto a Harry.
- Debemos parar porque llevamos muchas horas viajando... ¿tienes hambre cariño? - dice refiriéndose a Harry el que asiente acariciando su vientre viendo al Lord.
La condesa acepta comer en aquel lugar de mala muerte solo para complacer a su pequeño nietecito, al entrar todos los que estaban en aquel lugar se sorprende de ver a la adinerada familia. La camarera les sirve unos platos demasiado grandes para las mujeres además de cerveza. Florence se sienta al lado de Amy y el maestro de Harry que habla del encantador viaje.
