WABI-SABI

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¡Hola a todos! ¡Aquí estoy de nuevo con una historia de Haikyuu! Porque siempre Haikyuu, nunca inHaikyuu (?

Es una idea en la que vengo trabajando hace tiempo, y espero de corazón que les guste tanto como mis otros dos fics largos sobre los hermanos Miya ("Lo que pasó donde solíamos vivir" y "La noche en que dije que te odiaba"). Esta vez, el prota es algo diferente. ¡El príncipe de Inarizaki! Solo espero hacerle justicia.

Gracias por todo su apoyo, y prometo ir publicando a medida que pueda. ¡Siempre los comentarios son bienvenidos! Me ayudan a ver en qué mejorar y es precioso tener interacción con ustedes.

Sin más que decir, ¡acá vamos!




CAPÍTULO 1: Wabi-Sabi.


They say when you meet the love of your life, time stops, and that's true. What they don't tell you is that when it starts again, it moves extra fast to catch up.

Edward Bloom - Big Fish



El mundo podría encontrar muchachos como Shinshuke Kita bastante seguido, a decir verdad. No es una superestrella. Nunca lo sería, con seguridad. Pero esa simple presencia es capaz de poner un equipo en forma. Y había sido así desde secundaria baja: jamás un movimiento desarticulado. Jamás una palabra fuera de lugar. Y aún así, cada pequeña cosa que salía de él, lo hacía con total diligencia. Y ahora, este era el resultado. Un muchacho lleno de confianza. Y no esa confianza arrasadora, de las que se comen el mundo y atropellan a quien se ponga en su camino. No.

Shinsuke Kita tenía esa confianza de que hiciera lo que hiciese, lo haría bien. Por él, y por otros. Ese es el verdadero poder de un capitán como él.

―¿Eres un androide, verdad? No puedes mantener esa cara de nada aún luego de un partido.

La voz de Oujiro Aran lo trajo a la realidad que estaba fuera del alcance de sus uñas y la lima metálica con la cual estaba arreglándolas. La mirada clara pareció clavarse en el rostro del moreno de pié a unos metros suyo, ocupado en terminar de pasar la camiseta deportiva limpia sobre sus amplios hombros.

―Todos hacemos cosas por mecánica o por reflejo. Comer, caminar, ir al baño. Y nadie se pone nervioso por eso.

―¡No compares necesidades básicas con un partido oficial! Ayer jugaste con la misma cara que tienes ahora.

―Lo se ―contestó―. ¿Eso es raro?

Si. Shinsuke Kita era un caso particular en el océano de energúmenos que era el club de voleibol masculino del colegio Inarizaki. Calmo, pacífico, con un tono vocálico que parecía nunca superar ciertos decibeles. Casi como si buscara no brillar. Y es que realmente, no le importaba hacerlo. Y es que, verán: Kita sabía lo que hacía. Y eso era suficiente. Tenía en claro sus capacidades, y daba todo de sí. Nunca más. Nunca algo fuera de lugar. Nunca nada que no pudiera brindar. ¿Por qué lo haría? Sus compañeros se ocupaban de ello. Y desde el año pasado, cuando los hermanos Miya entraron al equipo, comprendió que su visión de la vida era totalmente acertada. Aún cuando Aran lo siguiera viendo como un bicho raro.

―Vámonos ya, raro... ―lo oyó murmurar con una sonrisa en sus gruesos labios.

Mucho más alto que él, caminaba a su lado como marcando más esa diferencia. Dentro de Inarizaki, el rematador era su mejor amigo. El que más lo comprendía a pesar de las burlas que podía darle en tono absolutamente amistoso. Y podía jurar, a veces sentía que le tenía miedo. ¿A qué? No lo sabía. Una vez, Oujirou y Rintarou Suna dijeron algo así como «tu lógica nos aterra». Hasta ese día, no tenía idea de a que podían referirse.

KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora