KOMOREBI

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¡Hola todo el mundo!

Debo hacer un anuncio, y es que este iba a ser el último capítulo. Pero así como lo hice quedó re largo, así que se extiende uno más xD NO ME ODIEN, PERDÓNPERDÓNPERDÓN.

No sé realmente como habrá quedado este capítulo, porque desde el punto de vista de Kita, las cosas ya prácticamente terminaron. PERO, espero haberlo hecho bien.

GRACIAS MILES POR TODO SU CARIÑO. Y espero que lo disfruten.

¡Nos vemos pronto!



CAPÍTULO 13: Komorebi

Ocho meses después del comienzo de clases, pocas cosas habían cambiado en la cotidianeidad de los alumnos de la preparatoria Inarizaki. Los días transcurrían con la misma velocidad que años anteriores, aún cuando caras nuevas hubiesen aparecido al inicio de cursada. Cuando los sempai dejaron las aulas al graduarse, dejaron un camino marcado para quienes aún permanecían ahí. Y siempre tratarían de continuarlo al pie de la letra. Para los zorros de Inarizaki, la partida de Kita, Aran y Omimi no fue fácil: los zapatos que debían llenar eran tan enormes como el legado de generaciones pasadas. Y el fuego en sus venas se avivó aún más cuando Atsumu tomó la capitanía.

Cuando noviembre llegó, también lo hicieron esos días de calor intenso que dejaban a junio como una primavera tardía. Los días eran más largos. Más calurosos. Más intensos. Inarizaki era considerada una casa poderosa en muchas disciplinas deportivas, y eso se debía a dos factores principales: la cantidad de jóvenes talentosos que la elegían como su destino educativo y, la más importante, el entrenamiento sacado de documentos de tortura. Porque nada llega por talento solamente, y eso lo tenían en claro desde el entrenador Kurosu, hasta los jóvenes que ahora terminaban de calentar para el entrenamiento vespertino de ese día viernes.

Kurosu se acercó lentamente al capitán, viéndolo levantarse y moviendo sus hombros en pequeños círculos. Tronando su cuello y nunca abandonando esa sonrisa nívea en el rostro confiado. Según las planificaciones que habían hecho juntos, ese mismo día comenzarían con los entrenamientos exclusivos con mira a la clasificación del torneo de primavera. Sonrió para si al tener el recuerdo patente de la misma situación un año antes. Cuando la espalda de Kita, más pequeña y menuda, controlaba a todos en la duela sin necesidad de levantar la voz. Las cosas ahora eran diferentes, y aún así funcionaban. Funcionaban, pero...

—¡Yuuta-kun! —lo oyó decir. La voz edulcorada le dio escalofríos. Su sonrisa también—. Acabas de llegar y no terminaste de elongar. No me engañes tanto ̴.

El rostro del destinatario de esa sonrisa tétrica pareció volverse tan pálido como la camiseta blanca que estaba utilizando. Contuvo una risa cuando lo vio arrojarse al piso a continuar elongando, justo cuando Atsumu volteó hacia él.

—Yuuta-kun tardará un poco, entrenador Kurosu. Los demás estamos listos, cuando quiera.

El respeto con el que lo trataba no era falso, para nada. Nunca lo había sido, ni siquiera cuando entró y supo que ese muchacho iba a ser un diamante en bruto y un dolor de huevos al mismo tiempo. Y ahí estaba: el capitán de su equipo, y que hacía realmente un buen trabajo. Y es que, verán... Atsumu era un buen capitán.

¿Era un cínico desgraciado? Lo era. Mucho. De verdad, mucho. No era agresivo con sus palabras como alguien más sincero. A veces, pensaba que eso sería mejor antes que la ambivalencia de sus palabras hirientes y tono dulce. Podía levantar el ánimo de un compañero con tanta facilidad como podía destrozarla de por vida. Y recordó cuestionarse a sí mismo el por qué no discutió seriamente con Shinsuke sobre el traspaso de capitanía. Pero había confiado en él durante dos años, ¿como podía no hacerlo ahora que sería su última orden como líder del grupo? Y esa orden fue pasarle la posta al muchacho que ahora estaba frente a él, ladeando la cabeza y esperando a que le respondiera. Cierto, debían comenzar...

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