ASANAGI

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¡Hola a todos! ¡NO DEJO NUNCA DE AGRADECER PERO ES QUE ES MUCHO AMOR EL QUE RECIBO! GRACIAS MILES Y MILLONES por todos los comentarios y mensajes de ánimo. Debo decir que esta historia, de todas las que tengo de Haikyuu, es la más complicada. ¡Espero que la disfruten hasta el final!

La actualización vino un poco adelantada, pero es que este finde se viene cargado y no voy a poder escribir demasiado.

¡Espero que lo disfruten! ¡Nos vemos pronto!

P.D.1: Escuchen esta canción antes o durante cierta escena para que se entienda bien.

P.D.2: Escuchenla toda la vida porque es una de las piezas más bellas que hay actualmente xD



CAPÍTULO 5: Asanagi

Abril dejó correr sus horas y días como las páginas de un libro que ojeas al pasar en una librería aún estando de pie. Casi como si no existiera, y aún así llena de experiencias que no hacían un día igual a otro, por más empeño que quisiera poner en ello. Las imágenes del día a día apenas volviendo a clases parecían mezclarse en uno solo, aún cuando el muchacho de cabello platinado quisiera por todos los medios mantener la rutina en lo más simple.

Porque seguía despertando a la misma hora. Lavandose los dientes de forma metódica y casi digna de un poema a la exactitud. Descolgando su uniforme perfectamente estirado y vestirlo como una especie de príncipe de la era moderna. Como si un blazer y una corbata pudieran verse igual en cualquier otro ser vivo. Y no, no podía.

Su abuela lo recibía con el rostro sonriente escaleras abajo con su desayuno listo, y hablaban pacíficamente antes de calzarse, tomar su bolso y salir al mundo exterior desde la puerta de su casa. Y el aire helado aún entrando en primavera golpeaba su rostro como la caricia de una pluma, antes que su voz avisara a sus demás sentidos que esa rutina se había terminado. Porque ella rompía y tiraba por el suelo todo paso metódico con solo el grito de su nombre al saludarlo.

Por eso, cuando junio llegó a Kobe, también lo hizo con cambios imperceptibles: ya no había sopas calurosas para pasar el frío matutino, sino arroz y pescado que le permitían arrancar el día sin un estómago pesado. Su uniforme permitía ver los brazos ligeramente musculosos bajo las mangas cortas y el pantalón liviano parecía dejarlo respirar pese al caluroso verano de la zona kansai. Las ventanas estaban abiertas de par en par para dejar entrar la brisa matutina antes que el sol calcinara los umbrales, y cuando salía al mundo desde la puerta de su hogar, ahí estaba ella.

La risa potente. El cabello oscuro con brillo tornasolado. El uniforme de verano y la forma de contar las mismas anécdotas haciendo que sonaran diferente. Hablándole de Suna y Osamu y como eran tan increíbles en clase como él sabía, lo eran en la duela. Sobre cómo había llegado a ser piano líder en pocos meses y que ahora temblaba de nervios por la responsabilidad que eso realmente significaba.

—¿Nervios? —preguntó confundido. ¿Nervios?

—¡Si! —le gritó con una sonrisa, como si apuntara lo más obvio del mundo—. ¿Nunca estuviste nervioso? Es decir, el equipo de voley de Inarizaki es una de las casas más fuertes de Hyogo y te hicieron capitán. La verdad, envidio esos nervios de acero o la capacidad de no demostrar que estás mojando los pantalones.

KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora