HANABIE

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¡Hola a todos! ¡WOW WOW WOW! ¡GRACIAS MILES Y MILLONES POR ESTE RECIBIMIENTO A UN NUEVO FANFIC!

Me hacen emocionar en cada palabra, y solo espero que les siga gustando tanto :D

¡Este capítulo vino rápido porque el finde tengo tanto que estudiar que ya tiemblo!, así que espero pronto estar de vuelta T_T Pero quería dejar un pequeño "obsequio" por el aguante tan grande que me dan. De verdad, SIN PALABRAS.

¡Espero que les guste y hasta dentro de unos días!




CAPÍTULO 3: Hanabie

A sus dieciséis años, Chiharu Yuzuhiha solía declarar tener un máster en guardar cosas y embalarlas en cajas de cartón que ella misma debía ensamblar. Y es que desde que tenía memoria, su recuerdo más frecuente era guardar su ropa y juguetes en compartimientos y subirse a un auto para atravesar medio Japón. Creía recordar que una vez lo hizo dos veces en el mismo año, y luego de eso, en el verano de sus seis amaneceres, su madre le obsequió su primer piano. Ayane Yuzuhiha se negaba a dar un por qué, pero Chiharu y su hermano sospechaban que se sintió culpable por verla llorar como lo hizo. Y es que había algunos puntos básicos para comprender a una niña como ella: tenía un cohete de propulsión a chorro enganchado a sus omóplatos, una sonrisa cegadora, irrisoria sensibilidad para la música y la imposibilidad de mantener amistades por el corto tiempo que permanecía en un mismo lugar. Como un rayo de luz al que tapan metiéndolo en una caja. De esas que usaba para guardar las cosas cada año.

Por eso, el día que su madre le dijo que se quedarían en Kobe hasta que terminara la preparatoria, fue como un premio tardío. Una caricia amable. Y solo pudo gritar de felicidad. Y tocar, mucho. Tanto, que perdió la noción de las horas durante varios días, hasta que algo llamó su atención, justo desde la ventana vecina a la suya. Y un muchacho de cabello gris y ojos extrañamente calmos la miraron fijo, como pidiéndole algo en silencio.

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Cuando los últimos días de febrero pasaron y marzo arribó al calendario colgado en la cocina, también lo hizo el hanabie. Hanabie era, según Yumie, el último frío antes de la primavera. Los vestigios del invierno antes de que las flores se abrieran. Los últimos días de bufandas y abrigos. Los últimos bajo el kotatsu y las ventanas cerradas para conservar el calor.

Para Kita, también significaba el comienzo de su último año en preparatoria. El paso previo a la adultez. Su primer año como titular en el equipo. Su primer año como capitán de ese equipo. Y era tanta responsabilidad que esa mañana en particular, cuando bajó las escaleras de madera totalmente vestido, sentía una presión singular sobre sus hombros.

―Buenos días, Shin-chan ―escuchó decir a su abuela.

De espaldas a la mesada de mármol oscuro, Yumie solía pararse de puntas de pie para alcanzar mejor sus preparaciones. Fue meses atrás, que Kita pudo armar un escalón especial para ella y ahora sus manos arrugadas llegaban a la perfección a cada espacio de los estantes.

―Buen día, abuela ―respondió sonriendo. La corbata del uniforme algo ajustada para su gusto, sentándose a la mesa de café donde solían desayunar juntos―. Estás durmiendo mejor, ¿verdad? Te noto menos cansada.

La sonrisa de oreja a oreja lo recibió cuando volteó el pequeño cuerpo hacia él. Los cuencos de arroz humeantes en sus manos.

―¡Si! Y creo que Chizuru-chan tiene mucho que ver.

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