CAPÍTULO 2: Semishigure.
Fuerza de la naturaleza. Esa era la única definición que podía darle al remolino de ojos azules muy abiertos que se presentó en la puerta de su casa al día siguiente. El cabello algo más ordenado pero disparatado hacia ambos lados, una bufanda rosa cubriendo la mitad de su rostro pálido y unas ojeras tan potentes que sintió el impulso de darle algo de beber.
―¡Lo siento tanto! ―la oyó decir―. ¡No me di cuenta de la hora! Ni el día anterior. Ni el anterior. Ni el otro. ¡Perdón!
Kita levantó ambas manos frente a su pecho, como si intentase frenar la oleada de energía que parecía emanar de la joven frente a él, al otro lado del pórtico. Un enorme suéter blanco cubriendo su delgado cuerpo, dejando las piernas en colores oscuros al aire por los leggis que usaba. Su voz seguía sonando en disculpas sentidas, y se sintió en la necesidad de frenarla antes que se quedara sin aire.
―No te preocupes ―comenzó. Por un segundo, logró detenerla. La vio levantar el rostro hacia él. Los ojos azules brillando a la luz de la mañana―. No quise llamarte así la atención. Pero mi abuela necesitaba descansar y...
―¿Acaso desperté a una mujer mayor? Rayos...Voy a necesitar un pan de leche más grande...
―¿Eh...?
Y solo en ese instante, notó que sus manos no estaban vacías. Porque lo que parecía un pequeño mandil floreado en colores alegres se exhibía en sus manos, y un contenedor de plástico mostraba un pan casero entre las transparencias borrosas de sus bordes. Kita paseó su expresión adusta entre las manos extendidas y el rostro contrariado de la joven de cabello negro. Y solo en ese instante, también, notó que era más baja que él.
―Mamá envía esto como disculpas porque su hija es una desconsiderada e irresponsable. Pero no sabía que también le causé problemas a una señora mayor ―respondió rascandose la nuca. Ahora mirándolo a los ojos―. De verdad, lo sien...
―¿Shin-chan?
El peligris volteó la cabeza al reconocer el dulce tono de su abuela a sus espaldas. Los pasos ligeros lo obligaron a quitarse del paso para que llegara al pórtico sin problemas. El rostro arrugado y la amplia sonrisa con la que recibía a cada visita que golpeaba la puerta de su hogar.
―¡Oh! ¿Es pan de leche lo que huelo?
Y antes que pudiese reaccionar, una saeta caoba pasó rasante al rabillo del ojo y le tendió con ambas manos el obsequio a la anciana, solo pudiendo recibirlo con asombro divertido. Y entonces, la lluvia de palabras comenzó nuevamente.
―¡No tenía idea de que estaba molestándola! ―gritó tan fuerte y rápido como una metralleta―. Pierdo la noción del tiempo y me abstraigo tanto que no pienso en el resto del mundo. Por favor, acepte esto como disculpas. Prometo traer más por la tard...
―¡Que delicia! Disfruto mucho el pan de leche ―respondió con celeridad Yumie. Los ojos sabios posándose en ella. La sonrisa jamás abandonando su rostro―. Como disfruto también tu música. Shinsuke, ¿como no me presentaste aún a nuestra invitada?
¿Invitada? ¿Cuando se había convertido en una invi...? Eh... ¿Nom...?
―No me dijo su nombre ―fue lo que salió de su boca. Ladeó la cabeza como cayendo en el hecho―. Aún.
Un silencio sepulcral bañó el pórtico de la casa con estructura tradicional. Los pilares de madera y las campanillas de cristal en las vigas superiores. Y la risa nerviosa de la joven al incorporarse le sonaron a ellas con una exactitud que lo asombró.
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Komorebi
RomanceKomorebi, son los rayos de luz del sol que se filtran a través de las hojas y las ramas de los árboles. Algo así, como esos parpadeos permanentes que acompañan el día a día. La permanencia. Lo que te ata a tierra. Algo así como su risa en el aire de...