SHOGANAI

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¡Hola a todos!

¡PERDÓN POR LA DESAPARICIÓN! jajajajaja. Todo este tiempo estuve cuidando a mi mamá luego de una operación bastante complicada. ¡Ella ya está bien y yo en casa retomando la existencia!

Quiero agradecerles a todos por la buena onda que mandaron. ¡De corazón!

Y espero que este capítulo les guste, porque la oxidación se siente xD, pero va con mucho mucho mucho amor. Es un capítulo MUY bisagra, con mucho mucho muuuuucho amor

¡Nos vemos pronto!



CAPÍTULO 10: Shoganai.

Una fuerza de la naturaleza.

Así podría describirla. Así la había descrito en sus adentros todos esos meses conociéndola. Caminando a su lado. Escuchando sus anécdotas. Viéndola de lejos cuando pasaba corriendo por los jardines de Inarizaki con las manos repletas de mapas porque era la encargada de ayudar al profesor ese día. Cuando se caía en los pisos encerados del centro comercial por saltar muy alto al acompañarlo a ver a una de sus idols favoritas. Porque si. A él le gustaban esas cosas, aún cuando Aran estallara en risa. Aún cuando los gemelos lo llamaran su única debilidad. Con todo y eso, Chizuru lo había acompañado y pareció brillar tan fuerte que creyó quedar ciego. Como ahora.

Como en ese instante, mientras la veía caminar extremadamente rápido con platos llenos de deliciosos alimentos en sus manos delgadas. A una velocidad tan acelerada que creyó, iba a terminar en el piso riendo como si no hubiera mañana. Como cada vez que acababa en el suelo. Como cada vez.

Pero ese aire extraño seguía respirándose. Como si esa familiaridad de estar a su lado se viera interrumpida por algo que conocía pero no podía explicar. Y lo entendió: desde esa frase suya donde quiso exponer sus sentimientos pero la obligó a ver los suyos, realmente no habían hablado.

Porque el día anterior, Chizuru había desaparecido como humo en el agua clara de la noche al responder él afirmativamente que iría a cenar a su casa junto a Yumie. Y ahora veía la carcaza que era su cuerpo enfundado en una camiseta y un jean claro, pero parecía observar a otra persona. Una con la suficiente timidez como para esquivar su mirada. Como si le tuviera miedo. Como si algo no estuviese bien. Y eso lo aterró hasta lo más profundo.

Tanto como para que su mente lo llevara a horas antes. Cuando su mente parecía hundida en las mismas aguas pantanosas que sabía, ella estaba transitando.

El mundo podría encontrar muchachos como Shinshuke Kita bastante seguido, a decir verdad. No es una superestrella. Nunca lo sería, con seguridad. Pero esa simple presencia es capaz de poner un equipo en forma. Y había sido así desde secundaria baja: jamás un movimiento desarticulado. Jamás una palabra fuera de lugar. Y aún así, cada pequeña cosa que salía de él, lo hacía con total diligencia. Y ahora, este era el resultado. Un muchacho lleno de confianza. Y no esa confianza arrasadora, de las que se comen el mundo y atropellan a quien se ponga en su camino. No.

Shinsuke Kita tenía esa confianza de que hiciera lo que hiciese, lo haría bien. Por él, y por otros. Ese es el verdadero poder de un capitán como él.

Si. Shinsuke Kita era un caso particular en el océano de energúmenos que era el club de voleibol masculino del colegio Inarizaki. Calmo, pacífico, con un tono vocálico que parecía nunca superar ciertos decibeles. Casi como si buscara no brillar. Y es que realmente, no le importaba hacerlo. Y es que, verán: Kita sabía lo que hacía. Y eso era suficiente. Tenía en claro sus capacidades, y daba todo de sí. Nunca más. Nunca algo fuera de lugar. Nunca nada que no pudiera brindar. ¿Por qué lo haría? Sus compañeros se ocupaban de ello.

KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora