Hinata podía recordar a la perfección la hora y los minutos exactos en que su Hokage llegaba a su puesto, los deberes cotidianos que había qué cumplir en la oficina, las medidas de Kakashi para pedir al sastre los nuevos trajes de Hokage para las ceremonias formales, las mentiras que su jefecito utilizaba para sacarse el trabajo de encima, su número telefónico, las comidas y bebidas que le gustaban, los nombres de todos y cada uno de sus perros y hasta las editoriales de los libros que leía.
Solo había olvidado una pequeña cosa...
Kakashi le dedicaba una mirada de pocos amigos mientras tamborileaba los dedos en el escritorio, visiblemente impaciente.
―Aquí tiene su regalo, Hokage-sama ―exclamó Kato colocando una cajita en el escritorio ―. Feliz cumpleaños. Y haga su papeleo a tiempo, por favor.
―Gracias, Kato ―respondió Kakashi sin despegar los ojos de la peliazul nerviosa sentada frente a él ―. Y bien, Hinata-chan, ¿Dónde está tu regalo? Y no más bromas, por favor.
―Yo... Hokage-sama... olvidé s-su cum-cumpleaños.
Y la Quinta Guerra Shinobi se desató.
.ɸ.
Hace unos días.
Kotetsu y Hinata estaban terminando de guardar unas cajas con carpetas en el archivo del edificio Hokage. Empezaba a sentirse un poco de frío y Hinata se frotó los brazos para calentarse, pues llevaba una blusa de manga corta color azul. Ese día Kotetsu llevaba una bufanda porque en días anteriores no se había sentido muy bien de la garganta. Amablemente se quitó la bufanda y estaba por colocársela a su compañera cuando de pronto apareció una mano pálida que le quitó la prenda de las manos.
―Buenos días, muchachos, trabajando arduamente como siempre, ¿no? ―Kakashi se acomodó la bufanda en el cuello ―Ah, gracias, Kotetsu, ¿cómo sabías que tendría frío? Tu siempre pensando en mí. Ten cuidado con lo que haces chico, yo no bateo de ese lado, debo advertirte ―Se rió ligeramente y se sentó en una de las sillas cercanas.
―Yo no... ―Intentó explicar el ninja de la venda en la cara.
―Hinata-chan, ¿sabes qué día se aproxima? ―Le preguntó con una sonrisa, ignorando a Kotetsu, quien solo puso los ojos en blanco y mejor volvió al trabajo.
La señorita volteó a verlo y se encogió de hombros, después regresó a su lugar para acomodar las cajas. Kakashi frunció el ceño, molesto.
―¡Hokage-sama! ¡Imperdonable! ¡Debería estar haciendo papeleo! ―Llegó la segunda asistente; la recién contratada Kato ―. ¡Vamos, vamos, a la oficina! ¡O quemaré esos libros pervertidos que tiene! ¡Ya le secuestré el primer volumen!
―¡¿Qué hiciste qué?! ¡Devuélveme mi libro, bruja! ―La miró con furia, sintiendo que el Sharingan volvía a renacer en sus ojos, aunque no fuese precisamente un Uchiha.
―Lo tengo en mi poder y en verdad voy a quemarlo.
―¡Está firmado por Jiraiya-sama con una dedicatoria especial para mí!
La rubia de ojos naranja se cruzó de brazos y le dirigió una mirada seria.
―Bien ―Se quejó Kakashi, regresando a la oficina ―Hinata, cariño, trata de recordar qué día es mañana, ¿quieres? ―Sugirió a su asistente número uno antes de irse. Hinata solo se quedó confundida y siguió con su arduo trabajo.
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La hora del almuerzo había llegado. Kakashi se la pasó por todo el edificio Hokage buscando a su dulce primera asistente. Cuál fue su sorpresa que la encontró afuera, sentada en la banqueta y almorzando muy animadamente con Kotetsu y con... ¡Shiranui Genma!
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La asistente de Rokudaime Hokage
Humor-Ahora bien, Kakashi, ya que no puedes llegar temprano a la torre Hokage ni resolver todo ese papeleo que tienes en tu escritorio me veo en la necesidad de obligarte a que consigas una asistente. Y ya tengo a alguien en mente -dijo el anciano. / Ka...