Hinata abrió la boca y sus ojos se crisparon al ser consciente del par de hombres que se estrellaron frente a la puerta de su casa, incluso parecía salir una nube de polvo que demarcaba la carrera endiablada que habían hecho esos dos para llegar a la mansión Hyuuga.
―H-Hokage-sama... Genma-san... ¿pero qué hacen aquí y de esa manera? ―preguntó Hinata espantada.
Hiashi apareció detrás de ella con un semblante frío y los brazos cruzados, mirando a ese par de escorias que querían proclamar a su primogénita. El hombre de apariencia milenaria cerró los ojos y dio un asentimiento de cabeza.
―Muy bien, lo he decidido.
―¿Qué has decidido, padre? ―inquirió la peliazul confundida.
―Genma ha ganado.
Kakashi se desmoralizó enseguida. ¡GENMA SHIRANUI!
―Raikiri... ―Ya era suficiente, iba a reclamar lo que era suyo de ahora en adelante y joder que no le importaba si era el mismísimo Hokage, aquí iban a rodar cabezas...
―¡Kakashi no, espera! ―gritó Genma pataleando para ponerse en pie y salvarse el pellejo guapo que tenía.
.
.
Hace unos días.
Invierno. La nieve en Konoha tenía presas las calles, techos y árboles de la aldea, los niños estaban guardados en sus casas, no había misiones ninjas, pronto sería navidad y recibiría un regalo de su asistente predilecta y lo mejor... ¡No había trabajo! Kakashi estaba feliz. Se la había pasado leyendo toda la mañana su librito pervertidito mientras Kotetsu y Hinata jugaban shogi en su escritorio, y Kato estaba transcribiendo unos pergaminos que ya estaban muy viejos. Era lo bueno de los días helados. Además la torre Hokage y su mansión contaban con un sistema de calefacción que no lo hacían pasar frío como en sus tiempos de maestro flojo.
Era la buena vida de un Hokage. Pero claro, el día estaba demasiado perfecto como para que no se suscitara una desgracia llamada Genma Shiranui. El ninja castaño tocó la puerta, preguntó si podía pasar, Kakashi lo envió a la porra pero Genma como quiera entró.
―¿Qué hace una persona tan fea como tú en una oficina llena de gente bonita? ―Kakashi enarcó una ceja, viéndolo despectivamente. El aludido solo sonrió de medio lado provocando que Kato se sonrojara y Hinata dejara de jugar shogi para preguntarle cómo estaba la perrita que habían adoptado; Yuki.
―Bien, extrañándote, ya lo sabes. ―contestó con amabilidad. Kakashi se pensó seriamente en secuestrar esa perrilla para terminar de una vez por todas con el vínculo entre Genma y Hinata, lo anotó en su lista mental de prioridades rango S.
―No me has respondido para qué viniste. No hay misiones.
―Ya lo sé, Hokage-sama. Estoy aquí para llevar a Hinata y Yuki al festival de invierno de Konoha.
Hinata sonrió. El infierno se desató en los ojos negros del Hatake, lástima que ya no tenía el kamui para encerrar a ese mequetrefe en otra dimensión. Y en cuanto a los festivales de invierno, ahora eran sus enemigos número 1.
―Sobre-mi-cadáver. ―dijo Kakashi viéndolo fijamente como un psicópata.
―No podemos seguir así, alguien tiene que ceder. ―se quejó Genma cruzándose de brazos.
―¿Piedra, papel o kunai? ―propuso Kakashi.
―¡Hola, Hinata está aquí! ―canturreó Kotetsu con sarcasmo pero fue ignorado.
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La asistente de Rokudaime Hokage
Comédie-Ahora bien, Kakashi, ya que no puedes llegar temprano a la torre Hokage ni resolver todo ese papeleo que tienes en tu escritorio me veo en la necesidad de obligarte a que consigas una asistente. Y ya tengo a alguien en mente -dijo el anciano. / Ka...