CAPITULO 19

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La muerte sigue mis pasos a dónde quiera que vaya.

—¡Elena!—escuché una voz lejana de dónde estaba, pero...

¿Dónde estaba? 

—¡Está viva!—otra voz lejana se escuchó, sentí un tacto en mis muñecas—Pero su pulso es débil. 

La muerte está aquí, observando desde la oscuridad.

Unos brazos me tomaron por mis piernas y torso, después sentí como era elevada en el aire. Gritos se escucharon a la lejanía, pero no pude entender que decían. 

—Vas a estar bien—dijo la voz de la persona que me cargaba. 

Yo solo pude quejarme en respuesta. 

La muerte viene detrás de nosotros. Ella siempre sabe dónde estás. 

—Por favor despierta—sentí como algo mojado caía en mi frente—Elena...

La muerte me encontró...

"Tic, toc..."

"—Elena—la voz de mi madre se hizo paso en mis pensamientos—Es hora de irnos."

No. 

No podía irme. 

No puedo irme aún. 

—¡Elena!. 

Abrí los ojos de golpe, sintiendo un ligero mareo. Intenté ponerme de pie, pero mi cuerpo estaba extremadamente pesado. Recorrí con mi vista el lugar en dónde estaba. 

No era mi cuarto en el Arca. 

No era mi árbol en donde dormía. 

No era el acantilado. 

Era una carpa de color naranja, con una pequeña vela improvisada en una mesa que había en ella. Por las sombras oscuras que proyectaba me di cuenta que era de noche. Pestañeé varias veces para enfocar mejor mi vista, me senté en mi lugar y me estiré. 

Cada músculo de mi ser se sentía algo cansado y adolorido, pero lo que más podía sentir era el hambre y sed que me empezaron a surgir. Busque por el lugar algo comestible o bebible, sonreí al ver lo que parecía ser un pedazo de carne. 

Me acerqué a ella con cuidado y empecé a devorarla como si de un animal me tratase, mi estómago rugió agradecido.  Estuve casi por terminar cuando vi que de la entrada de la carpa entró una figura delgada. 

Dejé de comer cuando vi como la sombra de ésta se inclinaba frente a mi. Se llevó el cabello hacia atrás para dejar ver el rostro de Octavia, quien me miraba asombrada y alegre. 

—Estás viva...—susurró aún asombrada. Sus ojos recorrían todo mi rostro mientras su boca se abría y cerraba ligeramente. 

—Si...—susurré ligeramente, sin saber el por qué del comentario—Solo pasaron unas horas supongo...—Octavia me interrumpió soltando un bufido escéptico. 

—¿Unas horas?—sus ojos se abrieron en grande al igual que alzaba sus brazos—¡Dormiste todo un día!.

Abrí los ojos impresionada, estuve a punto de preguntarle qué había pasado cuando en eso pone una de sus manos sobre mi frente. Vi cómo frunció ligeramente el ceño. 

—¿Te sientes bien?—preguntó en un tono bastante preocupado, asentí algo confusa—Qué extraño. 

—¿Qué ocurre?—pregunté con mi ceño fruncido. 

TORMENTA |Bellamy B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora