Al día siguiente Renata junto a Romina se encargaron de informarle a Azul que tenían el permiso de sus padres para hacer la fiesta, la rubia saltó de emoción y fueron juntas a avisarle al resto del grupo, Joaquín subió a su habitación a tratar de retomar sus bocetos, mientras Emilio fingía prestar atención a la conversación de su padre con Uberto, llevaba ahí un rato y estaba tratando de no bostezar cada cinco minutos, movía los pies arriba y abajo rápidamente, se perdía continuamente en cualquier movimiento que registraba en el jardín y sonreía asintiendo cada que su padre le llamaba.
―Papá ¿puedo ir a descansar un rato? ―murmuró soltando un largo bostezo, Juan lo miró de reojo. ―Ayer nos desvelamos tratando de salir del laberinto. ―explicó, Uberto frunció ligeramente el ceño, le costaba creer que no pudieran salir, Joaquín había memorizado el camino desde que era un niño y siempre terminaba sacando al grupo cuando se aburría de esperar.
―Debiste elegir a Joaquín como compañero, él tiene un gran sentido de orientación. ―exclamó el señor Bondoni capturando totalmente su atención, rara vez mencionaba a Joaquín y cuando lo hacía era marcado con un tono de reproche, pero ahora había hablado de él con algo parecido al orgullo.
― ¿En serio? ―exclamó Juan mirándole curioso, de lo poco que había escuchado del mayor de los niños Bondoni, no se imaginaba que fuera la clase de persona que sabía guiarse dentro de un laberinto.
―Sí, desde que era niño ha sido realmente bueno en ello. ―respondió Uberto dedicándole una mirada extraña a Emilio. ―Sabe perfectamente cómo salir del laberinto. ―Emilio corrió la mirada incapaz de sostener la del señor Bondoni.
―Él logró salir antes que todos, pero se tardó en ayudarnos a salir a cada grupo. ―murmuró tratando que su mentira sonara creíble. Uberto asintió sin creer del todo sus palabras. ―Pero la próxima le pediré que seamos equipo. ―añadió con una sonrisa incomoda. ―Ahora solo quiero dormir un rato. ―terminó mirando a su padre con duda, Juan asintió.
―Ve a dormir, seguramente mañana necesitaran mucha energía para ir a su fiesta. ―respondió su padre con una sonrisa, Emilio se levantó, se despidió de ambos y subió las escaleras rápidamente.
Apenas llegó al último piso, fue directo a la habitación de Joaquín, cerrando la puerta con seguro antes de ir hasta su improvisado estudio, el castaño tenía un montón de hojas y lápices regados en el piso, pero él no estaba dibujando, sino que jugueteaba con una corona frente al espejo del armario.
Emilio lo observo curioso mientras el castaño acomodaba su corona entre sus chinos, sonriéndole al reflejo frente a él, tenía esa tierna sonrisa que lograba iluminar habitaciones enteras, sus mejillas tenían un ligero tono rosado y sus ojos tenían ese inocente brillo que le aceleraba el corazón.
Entró al armario, entrecerrando la puerta y acercándose al cuerpo del castaño, sus miradas se encontraron en el espejo y las mejillas de Joaquín se encendieron, Emilio paso sus brazos por su cintura y dejo un beso en su cuello, el castaño se había cambiado por una de sus cómodas pijamas, así que la holgada camiseta dejaba gran parte de su piel al descubierto.
― ¿Qué haces? ―susurró mirándole en el espejo, Joaquín tenía un rostro apenado que le derretía por dentro.
―Creí que estarías con nuestros padres. ―murmuró subiendo sus manos para quitarse la corona, pero Emilio le tomo la muñeca evitando que lo hiciera. ―La guardaré. ―exclamó el castaño avergonzado.
― ¿Por qué? Estabas muy feliz probándotela. ―susurró girándolo entre sus brazos, sus ojos se encontraron y Emilio acomodó su corona antes de volver a rodearle la cintura. ―Y te queda bien. ―Joaquín le miró a los ojos, tratando de comprobar que sus palabras eran sinceras.
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Ámame hasta otoño || WATTYS 2020
FanfictionTenía novia en casa. Y una prometida que no eligió. Ya tenía muchas cosas que arreglar y definitivamente no necesitaba más problemas. Entonces ¿qué hacía besando al hermano de su futura esposa en un maldito baño?