Emilio detuvo el auto frente a una casa que parecía abandonada, no podía ver muy bien por la lluvia y la falta de luz, pero esa mañana cuando fue a buscar los boletos para el tren, asumió por la fachada que estaría vacía. Podrían dejar el carro ahí e ir a pie hasta la estación, tendrían que correr para evitar mojarse aún más.
Se giro buscando la mirada del castaño, pero para su sorpresa se había quedado dormido, había sentido el peso de su cabeza sobre el hombro un rato atrás, pero no se detuvo a pensar que quizás estuviera durmiendo, en especial cuando él apenas podía controlar la adrenalina que le recorría el cuerpo.
Se veía tan calmado como las noches que compartieron juntos, había marcas moradas bajo sus ojos, pensó en si al igual que él, le costaba dormir desde que se habían separado, suspiró estirándose para dejar un beso sobre su frente, enredando sus dedos entre sus chinos que comenzaban a salirse de su lugar, deseaba no tener que despertarlo, pero no tenía otra opción.
―Joaco. ―susurró bajando sus dedos por su cuello masajeándolo suavemente.
―Mmmm. ―sonrió ante su dulce sonido y por la forma en que buscaba su toque como un gatito al que hacía ronronear.
―Ya llegamos. ―susurró mientras Joaquín se acurrucaba a un más contra su pecho, si continuaba así, él mismo se acurrucaría en ese auto con el castaño entre sus brazos, importándole muy poco si perdían el tren, así que debía despertarlo. ―Anda, dormiremos en el tren, podemos escabullirnos dentro de uno de los vagones privados. ―el castaño abrió los ojos acostumbrándose a la poca luz entre ellos, estaba cansado, el insomnio le había perseguido por días antes de que terminara encerrado en el cuarto por los golpes e incluso entonces mientras trataba de dormir para no sentir el dolor, despertaba agotado por mantener el cuerpo rígido para evitar lastimarse.
No se dio cuenta en qué momento el sueño lo venció, pero esos pocos minutos había logrado descansar más que en las últimas dos semanas, el delicado toque de los dedos de Emilio le relajaba y solo quería llegar a un lugar donde pudiera volver a dormir entre sus brazos hasta el amanecer.
―Aún está lloviendo. ―murmuró observando por la ventana como el agua seguía cayendo a cantaros, mientras se estiraba alejándose de Emilio.
―Tendremos que correr, la estación está a la vuelta de la esquina, nos cambiaremos cuando estemos arriba. ―asintió aun adormilado y trato de enfocar su mirada sobre el rizado. Se paso las manos sobre los ojos y Emilio le miró con dulzura, le había echado demasiado de menos. ―Te extrañe. ―pronunció con una sonrisa sincera, Joaquín levantó la mirada hasta sus ojos e inclino el rostro tratando de procesar sus palabras. ―Estás tan dormido. ―exclamó el rizado con una risa casi contagiosa, el castaño tenía una mirada llena de confusión y se esforzaba por no cerrar los ojos de nuevo, jamás lo había visto así, incluso cuando solo dormía solo unas horas en casa.
―No he dormido bien. ―confesó el castaño cerrando los ojos un segundo, recargando su cabeza en el respaldo del asiento. ―Me acostumbre a dormir juntos. ―añadió sin estar seguro si lo había dicho o solo lo había pensado. Una sonrisa cariño se formó en el rostro de Emilio y extendió el brazo para acariciar su mejilla con delicadeza.
―Te amo, Bondoni. ―susurró antes de estirarse para dejar un beso sobre sus labios, tomando por sorpresa al castaño que abrió los ojos ante el impacto de sus labios. Emilio se alejó tan rápido como le beso y mientras Joaquín despertaba del todo, él paso las mochilas con sus cosas al frente para poder salir corriendo con ellas.
Le entregó su mochila a Joaquín y éste la tomo sin preguntar que había adentro, solo quería llegar a su lugar en el tren para volver a dormir, la lluvia no parecía que fuera a detenerse en ningún momento, así que solo asintieron juntos para salir del auto corriendo, Emilio alcanzo a Joaquín para tomar su mano y correr juntos hasta la estación, el castaño se limitó a seguirlo sintiendo como quedaba completamente empapado por la lluvia y un leve ardor le calo en la espalda por la tela pegándose a su espalda.
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Ámame hasta otoño || WATTYS 2020
Hayran KurguTenía novia en casa. Y una prometida que no eligió. Ya tenía muchas cosas que arreglar y definitivamente no necesitaba más problemas. Entonces ¿qué hacía besando al hermano de su futura esposa en un maldito baño?