Encarguense De Ellas

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Un grupo de uniformados dio camino hacia el pueblito de Kanagawa, el día anterior habían tenido una charla con el General Katashi, debían encargarse de esas muchachas, si querían permanecer con vida. Éstos levantaron sus armas dando tiros al cielo para alarmar a los habitantes.

No iban a charlar.

- ¡Salgan todos de inmediato, sino quieren morir!. —grito uno de ellos con un megafono, haciendo notar su voz a pesar de todos los disparos—

La gente asustada comenzó a salir de sus hogares para presentarse ante los milicos, los niños sentían temor sus oídos eran tapados por las manos de sus padres, para evitar que escucharan en su totalidad el sonido de los disparos. Sus oídos a esa edad eran muy sensibles.

- ¡Muevase vieja inútil! un soldado grito, la mujer mayor caminaba con dificultad hacia la multitud y eso al muchacho le estresaba—

Ya harto el soldado empujó a la mujer, ésta había caído sobre su costado izquierdo, lastimando toda esa zona.

Por otro lado las muchachas al oír los disparos, se alarmaron. ¿Las habían descubierto?. Sabían perfectamente que llamarían la atención del bastardo pero no creyeron que atacarian tan rápido.

- ¡Rápido chicas, tomen sus cosas y vamos! —Momoko grito, debían ser rápidas en ese momento—

Las hermanas menores asintieron y tomaron con rapidez sus armas. Su padre ya se encontraba junto a la multitud, era mejor apurarse para evitar heridos.
La pelirroja tomó dos pistolas de su menor ya que necesitaba algo para así defenderse al salir. Salieron por la ventana trasera de su hogar y con cautela comenzaron a caminar.

- Escuchen, ayer hubo un robo y tres chicas fueron las causantes, exijo que me revelen la identidad de esas malcriadas —hubo silencio— Bueno, lo harán si quieren continuar con vida.

La multitud comenzó a mirarse entre ellos, no podían sacar a la luz la identidad de sus heroínas pero tampoco podían abusar de la suerte. Esos uniformados no perdonaban a nadie.

No se menciono palabra alguna causando la irritación en el militar. Éste miró a sus compañeros y les ordenó a tomar cinco pueblerinos  colocándoles después el fusil en la cabeza.

- Lo repetiré nuevamente, si quieren a éstos cinco con vida, hablen —ya se encontraba harto de la insolencia de esa gente—

Los uniformados cargaron sus armas. El ruido de la bala pasando alteró a los ciudadanos, éstos comenzaron a gritar, a rogarle a los soldados para que no los asesinaran.

Por detrás de uno de los edificios, las muchachas se encontraban ocultas esperando el momento indicado para salir a la acción, solo esperaban que esos infelices no se llevarán una vida antes de su aparición. Querían evitar cualquier desgracia.

- Miyako camina hacia ese edificio —la pelinegra apuntó hacia la derecha mostrándole un lugar perfecto para instalarse— Colocate ahí y apunta, yo te daré una señal.
- Entendido —la rubia tomó su arma y con sumo cuidado se guió hacia esa dirección—

La pelinegra luego de eso guió a su mayor hacia detrás de la multitud, ahí se esconderian hasta que Miyako se instalará en el edificio.

- Tranquilos, estamos aquí. No tengan miedo, los protegeremos. —Momoko intento calmar a los habitantes, los niños de la ciudad se encontraban temblorosos, sus rostros reflejaban mucho miedo, la pelirroja les sonrió, los salvaría a todos—

-This is not a typical love story-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora