Al terminar de repartirle a la gente, las chicas fueron camino a su casa éstas solo vivían con su padre, su madre había fallecido hace unos años atrás de la manera más horrible a vista de ellas.
El señor Utonium tardo mucho en confesarles lo que pasó con su esposa, por miedo a que tuvieran algún trauma al enterarse de algo tan trágico, pasando los años y al notar que sus niñas ya eran un poco más maduras les contó. Merecían saber la verdad.
Las chicas por su lado al recibir tal noticia decidieron entrenar duro para así volverse más fuertes.Para proteger a esos ancianos que no pueden cuidarse solos, a esas mujeres que no pueden defenderse de los abusos del género masculino y a esos hombres también que no pueden defenderse ante la fuerza militar. Evitar esas muertes tan crueles de gente indefensa que tanta diversión les causa a los uniformados. Se habían entrenado para defender a la gente de su pueblo.
Al llegar a esa casa media deteriorada se encontraron a su padre ordenando sus hiervas medicinales, Utonium era doctor, no cobraba por sus servicios, entendía a la perfección la escasez monetaria que había en el pueblo.
- Padre, llegamos!. —se escucho a la entrada de la casa—
- Chicas, ¿Qué tal? —el hombre de ya más de 40 años volteo a ver a sus hijas, las cuales venían con mercadería y dinero— ¿Qué es todo esto?, ¿De dónde salió?.
- Aparecieron tres ángeles —comentó Miyako con una sonrisa—
- Chicas —el padre las miró en desapruebo pero antes de que continuará hablando, su segunda hija habló—
- No te preocupes tanto, estamos bien —Kaoru dijo con un tono tranquilo—No pudieron con nosotras.El mayor movió su cabeza hacia ambas direcciones en negación, por mucho que el detestara la idea ya no podía hacer más de lo que hace, sus hijas ya eran mayores de edad, solo le quedaba apoyar su decisión.
- Continuarán con esa barbaridad aunque no esté de acuerdo, cierto?. —las chicas asintieron sin pensar—
- Papá, no cambiaremos de opinión —Momoko habló, la idea ya la tenían muy metida en la cabeza, nada las haría cambiar de opinión—.
- Aunque sea totalmente arriesgado y las puedan pillar, arrestar, incluso declararles la muerte, aún así ¿Están completamente seguras?.
- Lo estamos, pa —confirmó la pelinegra sin dudar—
- Bueno entonces díganme, ¿Cuántos traseros patearon?Las chicas se miraron sonriente entre ellas y le contaron a su padre todo lo ocurrido en su misión.
Por otro lado, en la capital para ser exactos, un grupo de soldados se encontraba esperando el permiso para entrar al gran salón. Tenían algo muy importante que informar.
- Muchachos, pueden entrar.
Se escucho.
Los cinco soldados entraron con algo de nerviosismo, encontrándose dentro al Gran General.- Buenas tardes mi general, junto con parte de mi tropa le tenemos algo que informar.
- Hablen, ¿Qué sucede?. —el mayor no se encontraba muy interesado—
- Señor, saquearon el almacén qué está cerca del pueblito de Kanagawa.
- ¿Qué?. —se levantó incredulo—¿Cómo es posible que hayan logrado entrar a ese lugar?.
- No lo sabemos, hubo un fallo en el sistema y fue ahí cuando aprovecharon.
- Y, supongo que los atraparon, no?.
- No, mi general, lograron escapar.Katashi golpeó su escritorio haciéndolo resonar en el gran salón, los cinco muchachos dieron un brinco.
- Quiero que busquen a los responsables y los traigan hacia mi, seré yo quien se encargará de ellos.
- Lamento interrumpirlo mi general, pero no son hombres, fueron tres mujeres.Al mayor casi se le cayó la cara al oír esa barbaridad, ¿Un grupo de mujeres pudo con sus soldados?. Eran unos fracasados.
- Qué vergüenza me dan, váyanse de aquí y busquenlas, sino serán sus cabezas las que arrancare, ¡Fuera!.
Los milicos dieron una reverencia ante su superior y rápidamente desaparecieron de ahí.
Por el lado de Katashi, se sento nuevamente en su silla, con su mano izquierda puesta en su cien, hace mucho tiempo no había sentido un dolor de cabeza tan fuerte, nuevamente aquellos aldeanos se querían revelar.
- No lo permitiré
Susurro para el mismo, tomó una radio para así comunicarse con su segundo al mando.
- Coronel, necesito que se comunique con mis hijos, los necesito aquí en Tokio
- Si, mi General.Terminando la corta conversación dejo aquel extraño aparato a un lado y con ambos codos apoyados en el escritorio, suspiro.
Necesitaba hacer algo pronto, no permitiría que aquellas niñatas se salieran con la suya.
Holaaaaaa!, ¿Cómo les baila la vida? 👀✨
Un nuevo capítulo 🤩🤩, espero y les guste ❤️💚💙
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-This is not a typical love story-
Hayran KurguLa cuidad de Kanagawa fue conocida por siempre ser un lugar lleno de amistad, amor y comodidad, pero la avaricia, uno de los peores pecados se apoderó del General Katashi el cuál se apoderó de todo Japón, destruyendo así todo lo que estuviera en con...