2. Juan Pablo Villamil

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La calma es algo que después del accidente no había conocido, y mis padres tampoco. Una parte de mi se sentía culpable, mientras la otra sentía orgullo por lo que acababa de decir. 

—¿¡Cómo que te quieres ir a Bogotá y dejar la universidad!?—preguntó mamá muy alterada.

—Es lo que quiero hacer, mamá—dije tranquila.

—Pero, es que no puedes, Elizabeth, no puedes.

—Mamá, odio la carrera que me hicieron elegir ustedes y necesito con urgencia volver a sentirme yo otra vez.

—Eliza, pero no puedes irte tú sola y menos a Bogotá.

—¿Por qué no quieres que vaya allá, hay algo en Bogotá que no quieres que vea?

—¡Por supuesto que no! Pero no conoces la ciudad y no podemos dejarte ir en tu estado.

—Mamá, sufrí un accidente, pero estoy bien. Además, ya compré el boleto.

Mi madre volvió a pegar el grito en el cielo mientras papá nos observaba a las dos sin decir ni pío. Entendía el miedo que sentía, comprendía que temían perderme otra vez, pero ellos debían entender que necesitaba alejarme una temporada y Bogotá parecía una buena opción.

—No estaré sola, le haré compañía a la abuela y también estaré con Henry.

—No me parece.

—Pues no me importa, mamá. Voy a irme y eso está decidido, ya me di de baja en la universidad—dije—. Entiendo que estén asustados, pero eso no les da el derecho de meterse en mi vida.

Es lo último que pronuncié antes de subir escaleras arriba a encerrarme como de costumbre en mi habitación. La decisión estaba tomada. 
Jan me envió un mensaje de WhatsApp, "invitándome" a salir con ella y los demás a un bar en la noche, con el pretexto de celebrar mis últimos días en México. Acepté más por cortesía y para no defraudar a mi mejor amiga que por ganas.

Como ya era un poco tarde, decidí darme una ducha rápida y poco más tarde aún con la bata de baño sobre mi cuerpo elegí unos jeans de tiro alto una blusa negra que dejaba al descubierto mis brazos y la mitad de mi abdomen. Cepillé mi cabello y decidí dejar que se secara solo. Me coloqué unos zapatos bajos, rímel en las pestañas y gloss en los labios. Jan me envió un mensaje avisando que estaba afuera esperándome con los demás.

Salí de mi habitación, ni siquiera me tomo la molestia de avisarles a mis padres que saldría, simplemente lo hice, quizá se debía al altercado que tuvimos en la tarde y que me hizo enojar.

Por la valla que rodeaba el jardín de mi casa, logré divisar el carro último modelo que los padres de Jan le regalaron. 

—Súbete, guapa—me silbó mi amiga y rodeé los ojos con diversión.

Saludé con un rápido "hola" a los demás y me monté en el asiento del copiloto. El trayecto hasta el bar que solían frecuentar mis amigos, nos la pasamos cantando o en mi caso tarareando por desconocer una que otra canción. Casi toda la playlist de Jan consistía en canciones viejas de One Direction, las canciones que sacaron como solistas y Morat, las cuales si canté con ganas por reconocer la mayoría.

—¿Los estuviste escuchando, verdad?—preguntó mi amiga sonriente.

—Sí, son buenos.

—Son increíbles—dijo suspirando y reí.

—Cuidado, que tienes novio—le dije juguetona y su rostro mostró una expresión que no supe cómo definir.

Jan tenía novio desde al parecer hace un año, tenían una relación a larga distancia, tal parecía que el tipo que flechó a mi amiga se la pasaba de viaje en viaje por cuestiones de su trabajo, lo que me llegaba a parecer sospechoso a veces era que Jan no me dejaba ver ninguna foto acerca del susodicho lo que me hacía pensar que tal vez tuviera un sugar daddy.

Piezas de mí- j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora