7. Try hard

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Estaba acostumbrándome al olor del café y galletas que había en la cafetería de mi tía Andrea, la cual me ofreció trabajo. Apenas llevaba unos dos días ahí, debo decir que no por ser la sobrina de la dueña del lugar se me trataba con privilegio, por mientras estaba siendo capacitada para atender las mesas. El establecimiento era enorme y todos los días estaba abarrotado de gente a todas horas, era una locura a veces, pero me estaba encantando. Solo iba unas horas, ya que por las mañanas comencé a tomar las clases de pintura y luego me dedicaba a pasear por ahí con Jan.

Los últimos dos días no volví a recibir noticias de Villamil, traté de ocupar mi mente en otra cosa que no fuera el colombiano, porque sí, había pensado mucho en él aunque quisiera negarlo. 

—Qué bueno está esto—habló Jan sentada en una de las mesas. Afortunadamente no había tanta gente por lo que me di el privilegio de sentarme un rato a conversar con mi mejor amiga.

—Sí, las malteadas de aquí son las mejores que he probado en toda mi vida.

—Sip—dijo—. Oye, en un rato van a venir los chicos.

No hizo falta que me dijera cuáles chicos. Sabía que se refería a Villamil y compañía. De repente me sentí nerviosa, pero luego me reprendí a mí misma. Solo era Villamil, un amigo más.

—Liz—me llamó mi tía y me levanté del asiento—vengo en un segundo—le dije a Jan y ella asintió distraídamente.

Caminé hasta el mostrador donde se encontraba mi tía Andrea.

—¿Qué pasa?

—Ya sabes que los días de hoy tenemos música en vivo en la noche—dijo y asentí con la cabeza—. Los invitados de hoy son Morat—dijo y casi me fui para atrás—, supongo que los conoces, ¿no? Uno de ellos es novio de tu mejor amiga.

—Ajá—respondí distraída.

—Bueno, tengo que salir, así que tú y Mario quedan a cargo de que salga bien, en unos minutos van a llegar, así que ayúdale a Rosa a acomodar los micrófonos y el sonido, por favor.

Mi tía ni siquiera esperó una respuesta mía, pues tomó su cartera y luego de decirle algunas palabras a Rosa se despidió de nosotros.

—Voy a acomodar el sonido, tu novio y compañía van a tocar hoy—le dije Jan.

—Cierto, Marto ya me lo había dicho. Se me olvidó comentarte. ¿Quieres que te ayude?—preguntó y negué con la cabeza.

—No hay mucho que hacer, ya todo está acomodado.

—Bueno. En lo que llegan me pediré otra de estas—señaló el vaso de malteada y le sonreí.

Junto a Rosa, otra de las meseras acomodamos los micrófonos y el sonido, realmente no fue mucho trabajo ya que los instrumentos ya estaban ahí conectados. El escenario de la cafetería era grande y armonioso con el lugar. Me bajé del escenario y fui a la cocina a avisarle a Mario que estaba todo listo.
Cuando salimos nos dimos cuenta que los Morat ya habían llegado, Mario tiró de mi brazo ya que me quedé como boba sin moverme y nos dirigimos hacia ellos.

—Hola chicos—los saludó Mario con un apretón de manos y un abrazo—. Qué chimba tenerlos aquí otra vez.

¿Otra vez? Vale, no era la primera vez que venían a la cafetería entonces. Sentí un codazo en las costillas y miré mal a Mario, aunque al tipo ni le importó, me hizo una seña con la cabeza para que recibiera a los chicos.

—Esto… hola chicos—dije medio tímida y quise golpearme.

—Hola Liz—dijo Isaza y me abrazó con cariño haciendo que mis pies dejaran de tocar el suelo. Ese chico tenía muchas confianzas conmigo, pero no me molestaba, al contrario, era el que más me agradaba.

Piezas de mí- j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora