10. No termino

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Dedicado a la piroba de Ale ahre tqm




























Apenas llevaba unas cuantas semanas en Bogotá y de verdad que mi vida estaba cambiando completamente. Me sentía feliz porque en poco tiempo había hecho buenos amigos y el chico de ojos verdes que tocaba el banjo se estaba metiendo en mi corazón, por fin me decidí meter mis papeles a la misma universidad a la que iba Villamil solo que mi elección fue claramente artes. Debo admitir que el chico del banjo me había convencido.

Escuché entre sueños algunos pasos en la escalera pero hice caso omiso y subí las sábanas por encima de mi cabeza volviendo a dormir. Estaba cayendo de nuevo en un sueño hasta que escuché algo caerse en mi habitación y una voz masculina. Me incorporé de inmediato asustada hasta que reconocí al causante del alboroto.

—¿Qué demonios Villamil?—dije y tallé mi rostro entre bostezos—, ¿qué haces aquí y cómo entraste?

—Vengo por ti para irnos a la universidad a que dejes tus papeles y te inscribas. Tu abuela fue quién me dejó entrar.

—No jodas, son las seis de la mañana—le dije.

—Ya sé, pero se me fue el sueño temprano y quise venir de una, además, en la universidad abren las oficinas a las ocho.

—No mames—le contesté—. Aún falta para las ocho, déjame dormir.

—Qué lindo humor tienes, Lizzie—me dijo con sarcasmo.

—Bueno, si vienes y me despiertas a las 6 a.m. del sueño en el que Harry Styles me abrazaba, no esperes que te reciba de la mejor manera, bobo—dije y me miró con fingida indignación, tan dramático como siempre—. Voy a volver a dormir, me despierto antes de las ocho.

No escuché ninguna objeción de su parte así que me acosté nuevamente y me hice bolita entre las cobijas calientitas, cerré los ojos y estuve a punto de dormir nuevamente hasta que sentí que la cama se hundió levemente y de repente ya tenía a Villamil acostado a mi lado.

—¿Qué haces, Villamil?—le pregunté entre susurros.

—¿No esperaras que me quede de pie viéndote dormir o si? Eso sería medio psicópata.

—Que te metas en mi cama es igual de psicópata.

—¿No que tenías mucho sueño?

Rodeé los ojos y luego los cerré tratando de dormir, ni siquiera me iba a molestar en correrlo o patearlo, estaba demasiado cansada. Villamil aprovechó la situación y me abrazó pegándome a su pecho y para mi sorpresa dejó un beso en mi cabeza, cosa que me hizo sonreír.

Desperté luego de que mi alarma sonara repetidas veces, abrí los ojos esperando encontrarme a Villamil, pero no, estaba yo sola, quién sabe dónde estaría. Froté mis ojos y apagué la alarma del teléfono. Me incorporé rápido y escuché algunas carcajadas provenir del piso de abajo. Tomé mi bata de descanso y me la puse para bajar las escaleras. Las risas provenían de la cocina, al entrar me percaté de que Villa y mi abuela hablaban animadamente sin percatarse de mi presencia aún.

—Me alegra que esté con ella.

—A mi también, Maggie.

—Buenos días—les dije y me dirigí al refrigerador por la leche, debido a que yo era un ser humano que no podía vivir sin eso.

—Justo iba a mandar a Juanpa a que la despertara—dijo mi abuela—. Vaya y alístese que tiene que desayunar e irse a la universidad.

—Vamos a la universidad y después te llevo a conocer un poco de la ciudad más bella de todas—dijo Villa.

Piezas de mí- j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora