19. Mentiras

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No podía creer que me encontrara en un aeropuerto junto a Juan Pablo a punto de tomar un avión y acompañarlo de gira. Logré que en la universidad me adelantaran exámenes para poderle acompañar las siguientes semanas en Estados Unidos, sabía que mis padres estaban en desacuerdo, como con cada decisión que tomaba últimamente.

Me recosté en el hombro de Villa mientras esperábamos en la sala de abordaje. Sonreí levemente cuando vi a Nathalia, la novia de Simón grabar y apuntar su cámara a nosotros dos. La pelirroja y yo nos conocimos días atrás y nos llevamos bastante bien. La chica era bastante parlanchina y muy amable.

—¿Ya has ido a Nueva York?—preguntó Villa.

—No, no que yo recuerde—respondí.

—Te va a encantar, aunque por estas fechas hace un poco de frío.

—Sí, algo leí en internet—respondí—. Oye.

—¿Mmh?

—Me gustaría que visitaramos el jardín botánico.

—Lo que tú quieras, amor—respondió sonriente y besó el dorso de mi mano.

—Tortolitos, es hora de irnos—avisó Pedro Malaver, el mánager de la banda.

Nos levantamos de las sillas, tomé mi bolso de mano y la mochila de Villa para que él cargara sus instrumentos y abordamos el avión. Por fortuna Pedro hizo que nos tocara sentarnos juntos.

El vuelo no era tan largo, pero Juan Pablo lo aprovechó para quedarse dormido la mayor parte del tiempo recargado en mi hombro, me gustaba mirarlo dormir, escuchar su respiración lenta y pausada, su rostro relajado transmitiendo paz y las largas pestañas que tapaban sus preciosos ojos verdes.
Me limité a ver algunas de las películas que estaban en el catálogo del avión.

—Villa—lo moví suavemente para que despertara.

—¿Mmh?—preguntó adormilado sin abrir sus ojos.

—Ya vamos a aterrizar, despierta—le di suaves golpecitos en el hombro.

Villa gruñó levemente y abrió sus ojos con pesadez antes de frotarlos con las yemas de sus dedos y espabilarse. Se apartó de mi hombro para estirar sus extremidades antes de colocarse nuevamente el cinturón de seguridad, mientras el avión comenzaba a aterrizar.

Pudimos bajar del avión sin inconveniente alguno, los chicos tomaron su equipaje junto a los instrumentos, el staff se encargó de trasladar todo a una van, sabía que solos por un día estaríamos hospedados en un hotel y que en el transcurso de la gira, iríamos en un autobús con dormitorios y todo lo necesario adentro. Si mis padres supieran eso, seguro se infartarían.

Ya en el hotel, Pedro consiguió dos habitaciones, una para que Nath y yo pudiéramos darnos una ducha y otra para que los chicos se ducharan.

Después de salir de bañarme, me vestí rápido con unos leggins y una sudadera blanca con el logo de Morat, me senté frente al tocador y comencé a cepillar mi cabello y a arreglarme, no quería tardarme mucho y entorpecer o retrasar a Nath.

Terminé de aplicarme la máscara de pestañas cuando mi teléfono vibró llamando mi atención.
Me levanté de la silla y caminé hasta el buró donde estaba cargándose, lo desbloqueé. Tenía un mensaje de texto proveniente de un número desconocido, lo abrí y lo siguiente que leí me dejó confundida.

"Juan Pablo Villamil es un mentiroso, qué pena que te estén engañando así."

Leí varias veces el mensaje sin entender muy bien a qué se refería.

—¿Todo bien?—preguntó Nath asustándome, no la había escuchado salir del baño.

Piezas de mí- j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora