12. Cornelia Street

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No recordaba lo estresante que era ser universitaria, el tiempo se me iba entre ensayos, resúmenes, reportes de lecturas y largas noches de desvelos, no quería ni imaginarme como estaría a finales del semestre. A aquellas personas que desestimaban la carrera de Artes y que pensaban que era solo ir a sentarse y fumar porros, quería golpearlos y obligarlos a hacer mis tareas.
Me froté los ojos con cansancio, afortunadamente la cafetería estaba medio vacía, por lo que Mario y los demás podían arreglárselas de maravilla mientras yo hacía el montón de tareas pendientes. 

Estaba por retomar el ensayo de la historia del arte, hasta que me percate que mi teléfono vibraba como desquiciado en la mesa, lo tome solo para notar que tenía bastantes video llamadas perdidas de Villamil. Deslice el dedo índice por la pantalla touch y en segundos pude ver su rostro, sin querer una sonrisilla estúpida cruzó por mis labios. 

—Lizzie—dijo con alivio—. Llevo llamando desde hace media hora y no contestabas, estaba a punto de llamar a la policía—. Rodee los ojos divertida por su dramatismo.

—Lo siento—respondí—, he estado haciendo tarea y ni siquiera le he puesto atención al teléfono.

—Vale—respondió—. ¿Cómo vas con eso?

—Creo que a fin de mes me convertiré en un panda—respondí divertida señalando las ojeras que comenzaban a notarse horriblemente.
—Un panda muy lindo—respondió él y pedí al cielo que no fuera capaz de ver el color rojizo de mis mejillas.

Nos quedamos un rato en silencio, después de lo de su ex novia no sabía muy bien cómo actuar frente a él, me dije a mi misma que no podía ser capaz de poner distancia alguna entre Villamil y yo, pero si podía mantenerme al margen por lo pronto, por    que aún no tenía certeza de los sentimientos que él pudiera albergar en su corazón por aquella chica, solo el cielo sabía cuánto me estaba costando y más cuando el chico frente a mi lanzaba ese tipo de comentarios y me miraba con aquellos ojos verdosos que hacían trastabillar mis decisiones y, mis emociones como si de una casita de naipes se tratara se desparramaban frente a mis ojos.

—Te extraño—dijo repentinamente y el corazón dio un salto.

—Si, yo también los extraño a ustedes—dije haciéndome la tonta y Villamil frunció el ceño para luego resoplar captando mis intenciones. 

—Me gustaría que no hablaras en plural—respondió.

—¿Que, solo quieres que te extrañe a ti?—pregunte en broma.

—Si—me respondió serio y desvié la vista.

—¿Y los demás?—cambie de tema y Villamil volvió a fruncir el ceño.

—Por ahí deben andar—respondió desinteresado—. Lizzie, ¿podrías no cambiar el tema? Te extrañe, de hecho, ahora mismo, estoy extrañandote, porque verte a través de una pantalla no es suficiente—. Creo que estoy volviendome loco—volvió a decir suspirando—, en cada multitud veo tu cara—musitó bajito y sentí el corazón derretirse.

—Juan Pablo…

Necesitaba que dejara de hablar, que la conversación no fuera en ese rumbo, necesitaba protegerme. Sabía que teníamos que hablar en algún momento, pero quería que ese momento aun no llegara, además, consideraba que no era una plática que debíamos tener por FaceTime.

 —Lizzie, me gustas más que mi comida favorita—dijo y si hubieran sido otras las circunstancias me habría reído.

—¿Y Daniela?—pregunte.

—Lo mio y lo de Daniela fue hace mucho tiempo, se que sonara estupido, pero ese dia que nos vimos, tuve que saludarla y a ella le pareció buena idea besarme…

—Y a ti te pareció buena idea no apartarte—dije interrumpiendo y Villa rodeo los ojos.
—Trate de apartarme, Lizzie pero no podía empujarla o darle un golpe, porque yo no golpeo mujeres—respondió él —, ¿podrías creerme?

—Quiero hacerlo, pero… ¿es ella la chica…?

—¿Qué importa eso, Lizzie?—note el toque desesperado en su voz.

—Importa, porque no quiero sentir que tengo que competir con un recuerdo—dije—. No quiero compartirte con ninguna otra chica que haya estado en tu vida antes, yo…

—Lizzie, no puedo cambiar mi pasado—dijo apesadumbrado—. No tienes que competir con mi pasado, porque tu eres el presente que quiero. Y espero nunca perderte, espero que jamas termine porque sería el tipo de corazón roto del que jamás me podría reponer.

—¿Acabas de citar “Cornelia Street”?

—De todo lo que dije, ¿solo pusiste atención a eso?—preguntó medio riendo.

—También quiero que seas mi presente—respondí sintiendo como el calor subía a mis mejillas nuevamente.

—Demonios—dijo llevándose una mano al pelo—, quisiera estar ahí para darte un beso—reí junto con él—. Lizzie, ¿quieres ser mi novia?—pregunto y se llevó un dedo a la boca para morder una de sus uñas con nerviosismo.

Deje de reirme y abrí los ojos con sorpresa al escuchar lo que pregunto. Nos miramos por largos segundos, decirle que sí, significaba arriesgarse demasiado de nuevo, todo estaba yendo demasiado rápido, aunque yo era consciente de que mis sentimientos por él se habían disparado y acelerado desde hace tiempo. Decirle que si, era igual a meterme a un terreno peligroso, era ir caminando entre arenas movedizas sin espera de sujetarme a algo más que a sus manos que me invitaban a aventurarme más allá de la zona de confort en la que la Elizabeth pragmática vivía y se escondía segura. Quien jamás se repondría de un corazón roto sería yo. Lanzarse ahí, sería como ir a ciegas en una pendiente engañosa, demasiado frágil, demasiado peligrosa. 

—¿Sabes que? olvídalo—dijo y soltó una risa nerviosa—. Fue poco romántico, además no quiero que pienses que estoy presionandote, yo…

—Villamil…

—Lo siento si estoy apresurando las cosas, es que…

—Sí quiero—dije y supe que no habría vuelta atrás.

—¿Que…?—preguntó atónito y quise reírme—. Te juro que voy a hacer algo lindo para ti cuando llegue a Bogotá, demonios, debes de pensar que soy un idiota por pedirtelo de esta manera.

Definitivamente yo jamás vi venir a Juan Pablo, jamás pensé que atravesaría mi armadura y se que jamás seré la misma de nuevo. El amor es un juego despiadado a menos que lo juegues correctamente, estas son las manos del destino y Villamil es el talón de Aquiles que me hará débil en el momento en el que él lo desee.  



















Paso a decirles que estoy sensible porque es el cumpleaños de Villa ahre

Paso a decirles que estoy sensible porque es el cumpleaños de Villa ahre

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Piezas de mí- j.p. villamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora