Capítulo 16

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(POV JARA) 

Sentía que todo me daba vueltas, y entonces a alguien moverme. Decían mi nombre, pero lo escuchaba desde lejos.

Poco a poco fui recuperando la conciencia y vi a Taran con su rostro muy cerca del mío hablándome.

—Jara, ¿me escuchas? ¿Te has hecho daño? —lo cierto es que me dolía bastante la cabeza, parecía que Taran no había sido lo suficientemente rápido como para agarrarme antes de que me cayera al suelo desmayada.

—Si, estoy bien. Me duele un poco la cabeza. —Taran me ayudó a incorporarme haciéndome quedar sentada en el suelo. Pasó su mano delicadamente por mi cabeza par revisar mi zona dolorida.

—Parece que te va a salir un buen chichón, pero no creo que haya sido nada grave. En unos días se te irá.

—No recordaba que el que estudiase medicina fueras tú. —Él sonrió mirándome.

Entonces bajé mi vista y vi su torso desnudo. Por suerte no se podía ver el horrendo tatuaje que tenía. Poco a poco comencé a recordar lo que había pasado.

Estaba en el salón, Taran se había ido a duchar. La verdad es que no me quería quedar sola después de lo que me había pasado antes. Entonces empecé a escuchar risitas por la casa, nuevamente era esa mujer. Intenté hacer caso omiso, pero cada vez lo escuchaba más fuerte. Cerré los ojos fuerte, como me había dicho mi padre, pero lo lograba concentrarme en no pensar en nada y no funcionaba.

Al final decidí que para pasar miedo, pues mejor lo pasaba en compañía de Taran así sería más fácil no pensar en ello.

Subí a toda velocidad las escaleras hasta llegar a su habitación y entré en el baño.

Estaba secándose las piernas por lo que estaba inclinado. Al principio no me di cuenta, pero entonces vi su espalda.

Una ristra de cicatrices le cruzaban la espalda. Parecía que alguien hubiese usado un cinturón y le hubiese azotado durante horas para poder conseguir ese resultado. Tragué saliva sintiéndose enferma.

La piel estaba totalmente desgarrada y no le habían tratado adecuadamente las heridas por eso se le habían formado esas cicatrices tan repulsivas.

Inmediatamente Taran se cubrió y se puso a la defensiva. Entonces comenzamos una especie de discusión. Él creía que me daban tanto asco las cicatrices que me iría despavorida porque me parecería una especie de monstruo.

Entonces en pleno auge de la discusión se puso frente y se quitó la camiseta dejándome ver un tatuaje que le cubría prácticamente todo el torso con un nombre.

Jomara

—¿Ahora quieres marcharte? —me había dicho.

Yo no contesté todavía estaba en shock intentando procesar que el hombre con el que me había acostado tenía un tatuaje ENORME con el nombre de una mujer. Me di cuenta que a él le repugnaba tanto como a mi.

Entonces fijé mi vista en un punto tras él. Allí estaba ella nuevamente. Lentamente se acercó a él, parecía querer tocarle, pero no se atrevía. La herida en su cuello seguía allí, pero no sangraba como antes.

Mi obra de arte. ¿Qué te parece? —Dijo esa mujer. — Solía llamarle Docinho.

Como no respondía la mujer comenzó a reírse nuevamente. Odiaba su risa, era tenebrosa, chirriante y malvada.

Entonces por el cansancio de estos últimos días, la tensión de la situación y mi segundo encuentro con esa mujer mi cuerpo pareció no resistirlo más. Sentí como me empezaron a pitar los oídos, sentía calor, un fuerte dolor de cabeza y todo comenzó a volverse borroso hasta desaparecer.

Saga Familia Gotti 6:  En tu mirada (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora